1. - ¿Puedes
parar de pegarme con los dedos?... Es algo fastidioso… no me dejas dormir. –
dice la chica con voz adormilada.
- Perdón.-
dice el chico.- estaba siguiendo un compás.
El chico se
sienta en el borde de la cama. En la mesita de noche están puestas sus gafas de
sol, también hay un paquete de cigarrillos, un encendedor barato y un manojo de
condones. El chico agarra uno de los condones, lo mira. Lentamente desvía la
mirada hacia la chica que está en la otra esquina de la cama. Ella está acostada
de perfil, cubriendo su cabeza con una almohada, dejando al aire libre su
esbelto cuerpo desnudo. El chico observa por unos segundos las nalgas
contorneadas de la chica, pierde el interés y deja el condón sobre la mesita de
noche. Se coloca las gafas, se enciende un cigarrillo. Desnudo como está camina
hasta el balcón de la habitación. Abre las cortinas, apoya sus codos contra la
baranda, contempla el paisaje.
- Está bonita
la mañana.- dice el chico.- hay nubes que se parecen a ti… y a mí.- susurra.
- Me duele
la cabeza.- susurra la chica.
2. La chica
suspira fuerte, se da media vuelta en la cama, se quita la almohada de la
cabeza. Con las manos se restriega los ojos, se levanta unos mechones de pelo
que tiene sobre la cara y se mira las puntas, los ojos le bizquean. Mira hacia
el balcón, de nuevo se acomoda de lado, de cara al balcón.
- ¿Sabes que
en realidad no estás tocando una guitarra y que lo que tienes en las manos es
un palo? – le dice la chica al chico que está en el balcón con un palo de
escoba en las manos, simulando que es una guitarra.
- Tuve un
sueño en el que me inventé una canción, la estoy tratando de recordar. – dice
el chico.
- ¿Con un
palo de escoba? – la chica sonríe.
- ¿Tienes
una guitarra de verdad?- el chico para tocar el palo de escoba como si fuera
una guitarra.
- No, estoy
en tu casa. Si estuviéramos en mi casa te prestaría la de mi hermano.
- Entonces
no es mala la idea la del palo.
- Ni
siquiera saber tocar guitarra.
- En mi
sueño sabía hacerlo.
- Al menos
vístete, o cierra las cortinas. A esta hora de la mañana pasa mucha gente, te
van a ver ahí desnudo, tocando un palo de escoba. Pareces un loco.
- Sé que la
canción iba dedicada a ti… La gente que pasa por aquí ya está acostumbrada a
verme desnudo en el balcón.
3. El chico
parado en el balcón contempla el paisaje.
- Que bonita
tarde.- dice el chico.- me gusta mucho el clima que está haciendo.
- ¿Ya es de
tarde?... ni siquiera hemos desayunado. Tengo hambre.- dice la chica acostada
boca abajo, abrazada a la almohada.
- Es tarde y
ni siquiera nos hemos vestido. También tengo hambre. Mientras dormías busqué algo
en la cocina, pero no encontré nada que se pudiera comer. Estaba ese horroroso
pastel de tu cumple años, pero lo boté a la basura. Algo desagradable que haya
probado en mi vida y ese pastel.
La chica
dobla sus rodillas, se da cabezazos contra el colchón. Tira la almohada a cualquier
parte de la habitación, de un salto se sienta en el borde de la cama.
- Una que
sueña que va a llegar a los treinta y dos y va a hacer la súper fiesta para
superar la crisis de que llegaste a los treinta y dos. Pero no, hice un pastel
que sabe a pescado. – Dice la chica buscando con la mirada su ropa por el piso.-
¿sabes dónde quedó mi ropa?
- La puse a
lavar.
- ¿Qué?
- Tuve mucho
tiempo libre mientras dormías.
- ¿Y ahora
qué me voy a poner?
- Cuando era
adolescente quería ser Axl Rose, la canción que compuse en mi sueño era
parecida a una de Guns n´ roses.
- ¿Me
escuchaste?
- Te pones
alguna camisa mía.
- Recuerda
que vamos para una fiesta, no puedo ir con una de tus camisas y con nada debajo.
- Entonces
esperamos a que se seque.
- Recuérdame
cómo dejé que me trajeras a tu casa en el día de mi cumple años.
- Estabas
borracha, muy sola y desesperada, fue fácil.
4. El chico,
tocando una batería imaginaria con sus manos y con las gafas arriba de su
cabeza, entra en la habitación. Se sienta en el borde la cama, se enciende un
cigarrillo. La chica está vestida con un bóxer y una camiseta del chico, está en
la cama abrazando sus piernas, soplando algunos mechones de pelo que le caen en
la cara, los ojos le bizquean.
- Muero del
hambre.- dice la chica.
- En mi
canción sé que hablaba del clima, y de ti. – dice el chico tocando la batería
imaginaria.
- ¿En cuánto
tiempo te dijeron que se demoraba la pizza?
- Veinte
minutos, lo que se demora tu ropa secándose detrás de la nevera. Todavía
tenemos tiempo para ir a la fiesta, son como las nueve de la noche.
- Ya no sé
si quiera ir a esa fiesta.
- Es año
nuevo, hay que celebrarlo.
- No
importa. No quiero andar con locos. En mi vida ya anduve con muchos de ellos, y
ya estoy curada de todo eso. Quiero algo normal.
- ¿Qué es
“algo normal”?
- No sé. El otro año cumpliré treinta y tres años, no
me hubiera ido para su casa con mi ex novio, así tan fácil.
- Yo tampoco
quiero ir a esa fiesta.
El chico
mira el manojo de condones en la mesita de noche.
- ¿Follamos?
Todavía nos quedan muchos condones. – dice el chico.
- Después de
comer.
5. En el
cielo negro, iluminado por estrellas, explotan juegos pirotécnicos una y otra
vez. Acompañada de murmullos y música parrandera una leve brisa entra por el
balcón, las cortinas danzan a su ritmo.
- Feliz…
año,… chica.- dice el chico jadeando, sudando, penetrando desde atrás a la chica
que está en posición de perro apoyada con sus brazos extendidos contra la pared.
- ¿Follar a
la media noche de un… año nuevo… no hace el mismo efecto que en semana santa…
que estemos…? Año nuevo para ti… oye. – la chica rápidamente corre a apoyarse
en una de las esquinas de la habitación.
- ¿Qué?
- También…
soñé. Me componías una canción. Decía: tara ta, ta, ta… algo así.