1. 2:30 pm de un sábado. Con cámara en mano, con un chaleco que da un calor ni el tetra hijueputa ya que fue diseñado por rolos que se piensan que otras ciudades distintas a Bogotá son igual de frías, con un micrófono en uno de los bolsillos del chaleco, con un cable de audio para el micrófono en otro bolsillo – siempre se me olvida cómo se llama dicho cable; de audio no sé un carajo-, con una batería extra para la cámara en el bolsillo de atrás del chaleco… tengo asignada la misión de grabar a un grupo de estudiantes que no son de Medellín - que provienen de pueblos de Antioquia o de alguna región remota de Colombia-, a los que se les dará todo un recorrido turístico por la ciudad para eso de que en un futuro sepan donde están parados.
- Hacé tomas cuando se suban al bus.
- Listo.
- Tomas del recorrido en el bus.
- Tolis.
- Tomas de la ciudad.
- Todo es bien.
- Tomas de ellos caminando por la ciudad.
- No problema.
- Y entrevistas.
- De one.
- ¿No tenés calor con ese chaleco? Si yo estoy de blusa de manga sisa y estoy que me muero.
Pues claro que tengo calor, ¿no me ves sudando a mares?
- No, nada, no tengo calor.
2. Ya acomodados en el bus, uno de los guías habla por un micrófono:
- Levanten la mano los que son de Medellín.
Nadie levanta la mano, ¿acaso nadie le avisó al guía que en el bus, aparte de los que no vamos en plan turístico sino de laboro, no hay nadie de Medellín? Mmmm.
- No hay nadie, pero bueno. Muchachos, los que somos de aquí apenas si sabemos que Medellín tiene himno. Entonces lo primero que vamos a hacer es escucharlo ¿les parece bien?
No, a mi no me parece bien, pero no os preocupéis por mí, solo vine a trabajar.
- Escuchen el himno con atención, les va a gustar.
“Te saludo ciudad de las flores, donde siempre yo quiero vivir, tierna cuna de eternos valores, noble y bella ciudad Medellín. En la espalda de tus silleteros Dios ha puesto la más linda flor…”
Una mierda de himno.
3. El primer sitio a visitar es el Barrio Moravia – anteriormente basurero municipal-, luego sus alrededores y más tarde los barrios limítrofes a este. En el barrio El Bosque, en un sector del que no me acuerdo cómo putas se llama, antiguo lugar de prostitución en Medellín, una de las guías señala una casa:
- ¿Ven esa casa? ¿Sí, la ven?
- Siiii, la vemos.
- Bueno, ahí perdió la virginidad el Maestro Fernando Botero.
¡Toda mi vida esperé por un dato como ese! ¡Ya me puedo morir en paz! ¡Ya sé dónde perdió la virginidad Fernando Botero, ese señor que se tapó en la plata por pintar y esculpir gordas! ¡Qué cosa tan importante no sólo para Medellín, Colombia, sino para el resto del mundo!
4. Siguiente sitio: La casa museo del maestro Pedro Nel Gómez, ubicada en el barrio Aranjuez.
Ya con mi trabajo hecho por el momento, espero sentado en la entrada de la casa museo. Me enciendo un cigarrillo, maldigo por millonésima vez el calor que hace, miro para mi lado derecho y veo que directamente hacia mí, viene un muchacho que con toda notoriedad tiene el síndrome de Down. En el pasado he solido lamentar una situación como esta; una vez un señor con síndrome de Down se me acercó, me dijo que le mostrara las llaves de mi casa, se las mostré, las tomó en sus manos, las miró por un rato y sin más las lanzó al techo de una casa - una hora me llevó recuperar mis llaves, una hora el señor se rió a carcajada limpia, casi ahogado, mientras me señalaba y decía: bobo, bobo, bobo, bobo-. Pero es muy tarde para escapar, así que me quedo sentado. El muchacho con síndrome de Down, vestido con un chaleco café, una camisa blanca, pantalones de pana, zapatos negros y gafas estilo John Lennon se para delante de mí.
- Quiubo.- me dice.
- Qué más pues.- le digo.
- Bien o no.- me dice.
- Bien, ¿y cómo va todo?- le digo.
- Bien. Vine a ver la película, me gustan mucho las películas.- me dice.
- A mí también me gustan mucho las películas.- le digo.
- Me he visto todas las películas que presentan aquí.- me dice.
No sé que responderle, así que nos quedamos por varios segundos en silencio.
- La que me gustó más fue Furia de Titanes.- me dice.
- Juepucha, no me acordaba de esa película, recuerdo que cuando era niño me gustaba mucho. – le digo.
- Me gustó mucho Perseo matando a Medusa.- me dice.
- Me acuerdo de esa escena.- le digo.
Él se me queda mirando.
- ¿Vino a ver la película o a filmar?- me pregunta señalando la cámara que tengo en mi regazo.
- A filmar.- le digo.
- ¿Usted hace películas?- me pregunta.
- Esto es para televisión. – le respondo.
- Yo quiero hacer películas, me gustan mucho las películas. – me dice.
- Yo también las quiero hacer.- le digo.
- ¿Y por qué no las hace? – me pregunta.
No sé qué responderle y opto por mirar al piso.
- ¿No sabe si ya empezó la película? – me pregunta
- Creo que sí. – le respondo.
- Ah, bueno, hasta luego. – me dice.
Salvó la tarde.
5. Siguientes sitios: El Jardín Botánico y la plaza de las esculturas del que ya sé dónde perdió la virginidad.
Creo que nunca antes había estado de día en el jardín Botánico, si así fuera tendría por lo menos que haber sabido que es toda una tradición que las quinceañeras de Medellín se hagan todo un estudio fotográfico en dicho sitio. Por doquier ves quinceañeras posando para la cámara del fotógrafo contratado, la cámara digital de la mamá de la quinceañera, la cámara del teléfono celular de la prima de la quinceañera que se fue de pata a ver cómo es que era la vuelta, y las cámaras de los amigos que también fueron a los mismo que la prima. Además también, para un buen contraste, ves a muchas mujeres de la tercera edad haciendo gimnasia.
Preguntas: ¿Por qué los vestidos de las quinceañeras tienen que ser tan feos? ¿Por qué todas la viejitas llevan el pelo corto? ¿Por qué las viejitas ya no se tiñen el pelo de morado? ¿A quién carajos le gustan las esculturas y las pinturas de Fernando Botero?
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario