1. Miro por la ventana, hay una enorme nube negra sobre el centro de Medellín. Oh, nube negra, hace rato no veía una como tú, al menos no una que no pasara de ser metáfora sobre lo que es vivir en Colombia.
2. Parece que va a llover, es lo que pienso al instante. Hoy todos tienen excusa de llegar tarde a todos lados. Medellín es otra Medellín cada vez que un aguacero hace su aparición. Y más aún cuando ya los aguaceros son tan escasos. Y más aún cuando los aguaceros por aquí son generosos y no causan los estragos que causan en otros países. Aguaceros de por aquí, no causan estragos ¡ja!, colombianos tenían que ser.
3. Ignoro que en realidad ha llovido toda la noche y lo que va de la mañana, así que salgo a la calle sin colocarme chaqueta alguna, ni buso alguno, ni el chaleco azul que últimamente llevo conmigo a todas partes; tanto lo llevo que ya quiero uno nuevo, de otro color, quiero un chaleco gris. Hace mucho frío, tirito y me acaricio los brazos con las manos. Me imagino que no soy yo el que me acaricio los brazos sino que es ella, sonrío. Si ella estuviera conmigo en este momento la cosa se revertiría. Ella estaría muerta del frío y entonces yo la abrazaría. Vuelvo a sonreír.
4. Gris, así está la mañana. Vaya, vaya, es refrescante sentir las gotas de lluvia en la cara. Es bueno saber que hoy Don Señor Sol Todo Poderoso y sediento de matar uno por uno a estos humanos de mierda que viven en la tierra, y al que se le da la toda razón, es opacado por una gran inmensa nube negra. Cuanto me gusta la lluvia.
5. Empiezo a saltar como cuando era niño y me gustaba tanto saltar. Salto y salto y de tanto saltar me pie izquierdo atraviesa el asfalto. O mejor dicho, mi pie cae dentro de un hueco del asfalto. Un hueco lleno de agua. Vaya, vaya, que peligro estos huecos sin tapar que hay en las calles. Con mi tenni y mi media empapada saco mi pie del hueco. Camino y camino, ¡SHUIIIS, SHUIIIS, SHUIIIS!, el sonido de la media mojada y el tenni de mi pie izquierdo. Ya tengo banda sonora para lo que queda del resto del día: ¡SHUIIIS, SHUIIIS, SHUIIIS!. La vaina es que no soy músico y soy arrítmico, así que no se me ocurre nada para combinar el “¡SHUIIIS, SHUIIIS, SHUIIIS!” con alguna estrofa de una canción genial. Empiezo a saltar como cuando era niño y me gustaba tanto saltar, esta vez clavo mi mirada hacia el piso, no vaya a caerme en otro hueco que esta vez sí me rompa la pierna.
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