1. Me acabaron de pegar un tiro, fue lo primero que le dije al llegar gateando, casi arrastrándome y desangrándome a su habitación. Ella, medio dormida, medio no, todavía brava por la pelea que tuvimos minutos antes, creyó que estaba borracho, que le estaba gastando una broma, que no le tomaba en serio su rabia contra mi; y allí me dejó, en el piso, muriéndome.
2. Una bala entró por la ventana y dio justo contra el techo. Casi ni me di cuenta de eso, creí que era una visón de esas que proporciona el alcohol, o que era un murciélago que entró por casualidad. Seguí en lo mío; bastantes murciélagos se han muerto de revolotear en nuestro techo; tenemos un cementerio.
3. Otra segunda bala entró por la ventana y atravesó mi hombro izquierdo; pero para mí fue sólo la picadura de un mosquito. Seguí en lo mío, garrapateando frases en un cuaderno tipo: Mi vida es un desastre, no hay solución.
4. Algo líquido palpé con mis dedos; me desmayé. En ese desmayo tuve un sueño: a tu casa llegaba arrastrándome -cómo serpiente-, me levantaba del piso y te miraba por la ventana: bailabas una canción triste, melancólica: tus manos no eran tuyas, tu cuerpo, pues tu cuerpo, volaba.
5. Fueron tres balas perdidas las que entraron por mi ventana. La tercera bala me mató; no antes de llegar gateando, casi arrastrándome y desangrándome a tu habitación. Espero que planees un funeral digno; si no, ya te jalaré las patas mientras duermas.
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1 comentario:
egselente
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