5. Te odio a ti. A vos también te odio, no te rías de a mucho. Y a vos te amo, pero no lo sabes, no te lo voy a decir personalmente, mi amor por vos es silencioso, platónico, bobo, cobarde.
4. Bienvenidos a Colombia, país donde despacharse al prójimo es como sacarse el mugre de las uñas. Mientras los gringos encierran a un Manson que no mató a nadie, que sólo conspiró, en Colombia dejamos en libertad a Garavito que si mató, y mató a muchos ¡Aguante Garavito!. Tenemos presidente paramilitar, tenemos guerrilla narcotraficante, tenemos los mejores comentaristas deportivos que gritan aunque no haya gol. Tuvimos y recordamos con mucha nostalgia a Pablo Escobar. Tenemos en la cárcel a Don Diego del cual dicen que es (fue) más poderoso de lo que Pablito llegó a ser. ¡Tenemos a Jota Mario! ¡Tenemos a Múnera Eastman! ¡Tenemos al Pibe Valderrama!. Nuestras barras bravas del fútbol no se andan con güevonadas, no andan con cuchillitos para rajar a un pobre infeliz “¿cuchillos a mi? por favor que me cuenten una donde sale Bambi”, ¡Nuestras barras bravas andan con granadas y metralletas!. En Colombia te cagas de la risa y te mueres porque sí, te matan de bacanería. Colombia, bello país, el mejor.
3. Le decían el Orejón y no sé por qué yo le caía mal. Varias veces me miró feo, varias veces me gritó: “Gonorrea, cuídate que te voy a matar”. Varias veces corrí al verlo, el Orejón me daba miedo. Supe que lo mataron al intentar matar a otro. Respiré, sonreí.
2. Abrí los ojos, recién me había acostado, recién me había quitado la ropa, pero ya era hora de levantarme. En este trabajo nadie duerme, ni siquiera cuando estuviste de rumba toda la semana, lo bueno es que puedes trabajar borracho si te place. Me levanté, me puse la primera camisa de gamuza que encontré y caminé hasta el altar de la virgen del Carmen que tengo en mi pieza, muy digno de la envidia de una iglesia. Me arrodillé y recé: Virgencita, estás conmigo ¿quién está con los demás? Nadie. Me levanté, me puse uno de mis tantos blue jeans de doble costura, me enfierré y salí a la calle. En la calle saludé a mis parceros. Besé a mi novia. Tengo novias hasta para tirar para arriba desde que empecé a trabajar en esto, así son las mujeres: úsalas y deséchalas. Les pedí explicaciones a mis amigos:
- ¿A quién tenemos qué matar hoy?
- Chinga, vos decinos a quién y pijama de madera es lo que lleva.
La Chinga, hermano del Orejón, era uno de los milicianos más peligrosos del barrio Belencito, a sus catorce años ya había matado a más de veinte.
1. Y me está gustando esto de que venga gente a beber a mi casa. Si me quedo dormido mientras la bebata al otro día no tengo que preocuparme por saber ¿Dónde carajos estoy?. Están cordialmente invitados a beber en mi casa, eso sí traigan ron hasta para tirar para arriba.
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