1. Un ataque epiléptico: lo sufrió una señora en el Ferrocarril de Antioquia en el cual yo estaba de laboro, no supe qué hacer cuando ella emitió un severo grito, empezó a convulsionar y cayó dándose tremendo trancazo contra el piso, la demás gente que presenció la escena tampoco hizo nada, el tipo de seguridad dijo “es el primer ataque que tiene esta tarde, no se preocupen, siempre sufre de a cuatro ataques en el día, es alcohólica y epiléptica, nada qué hacer”, entonces, como ya es costumbre, le tomé una foto.
2. A un tipo caminando con los ojos vendados con una de esas vendas de hospital, iba acompañado de un niño que era su guía. El tipo trataba mal al niño, el niño, que tenía acento raro, dejaba que el tipo se tropezara y cayera en depresiones del asfalto; lo vi caer varias veces de rodillas; me pregunté “¿Y por qué ese tipo no lleva un bastón? ¿De dónde será ese niño? Que acento raro.
3. A un tipo que caminaba distraído, mirando hacia el pavimento, y que se dio de bruces contra un poste de luz; cayó privado, de espaldas, con los brazos extendidos, con la frente cubierta de sangre, en una acera empapada de lluvia; llovía a cantaros. Publiqué un top igual hace un tiempo, pero era ficción, esto fue real: me reí, mucho.
4. Escuché a Alejandra y a Daniel terminando su relación de novios, personas desconocidas para mí y que estaban sentadas a mi lado en Carlos E. Restrepo. Fue la misma mierda de siempre: “No eres tú, soy yo, bla, bla, bla”. Maldita sea, los humanos no somos originales en nada con respecto a las emociones. Invéntate una emoción y gánate un Yoyo.
5. El mundo es así:
- Quiero dejar de fumar.
- Yo también home parcero.
- No he sido capaz, antes fumo más que antes.
- Yo también, es como que uno no quiere darse duro, pero igual le gusta a uno darse duro.
- Viaje sin regreso a Marte, esa es la vida.
- Parce, vos sos todo lindo, pero en profundidad. En el exterior eres más bien feo, todo gordito y negro. – me pega un puño el que lo dijo.
- Parce, estás muy borracho, y no me pegués puños, maricón. – digo sobándome el hombro.
- Sí parce, pero la gente es toda linda, y es una basura a la vez. Te pego puños porque así amo yo a la gente.- me pega otro puño.
- ¡Gonorrea malparido, que no me pegués!, no me amés entonces, ¡hijueputa!- me sobo el otro hombro.
- ¿Te ofendí, negro?
- No, invítame a otra cerveza y te perdono.
- Bueno.- otro puño; se me van a acabar los brazos.
- Parce, me acabé de pelear con dos vigilantes, me echaron gas pimienta en los ojos, malparidos. Mírame como tengo la mano, me está temblando, los privé a los dos de un golpe, me anda buscando la policía. – dijo.
- Sí parce, tenés los ojos irritados.- digo.
- Es por las gafas. Parce, hoy te quiero mucho. – un nuevo puño dirigido a mí, esta vez en el pecho, caigo de rodillas en el pavimento.
- ¡Que no me pegués más, recontramalparidoooo!- digo ahogándome cuasi acostado en el piso por el golpe.
- Perdón. Parce, acabé de mandar a matar a alguien.- dice.
- ¿Después de los dos vigilantes que te echaron gas pimienta?
- No, antes.
- Oíste, me voy. – me levanto.
- Negro, ¿te ofendí?
- No.- solo me voy.
- Dime que te ofendí. Estoy arrepentido de haber matado a alguien. Soy un tipo duro, pero no un asesino: malditos que me echaron gas pimienta. ¿Negro?
- Hey, blanco.
- ¿Blanco?
- Nunca entendí esa frase de “negro que no la hace a la entrada la hace a la salida”, si somos iguales y siempre estamos haciendo la misma mierda, por eso: Hey blanco.
- Blanco, digo: negro, no te vayas.
- Me voy, blanco.
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