5. -Saludo mortal de medio pelo, nos volvemos a encontrar.
- Sisas, nos volvemos a encontrar. Froté otra vez la lámpara de puro desparche. ¿Cómo has estado geniecín de la lámpara de Aladdin?
- Más o menos, uno encerrado en una lámpara no es que se de la graaan vida, y uno empieza a divagar, a pensar maricadas. De repente te encuentras con el cañón de una pistola en la boca cuando minutos antes escribiste una nota suicida toda oscureta donde insultas hasta a la que te trajo al mundo... Pero, pero, no lo voy a aburrir con mis problemas miserable individuo devenido del simio.
- ¿Cómo así que devenido del simio? ¿Los genios no creen en Dios pues?
- Hombre, a ese no me lo nombre. Ese me debe un par de favorcitos que le he hecho a otros insalubres como usted. Los roñosos estos siempre me dicen “mi Dios le ha de pagar”, y voy y le cobro a ese hijueputa y su secretaría me dice que no está, que está en una reunión con no sé quién y no sé quién, que están gestando un arduo plan para que cuando su hijo vuelva a visitar la tierra no se ponga a repartir eso de abajo a sagaz y deplorable como la última vez. Al Jesucristo ese lo tienen en un centro de rehabilitación y todo, para que deje de ser tan hippie, marigüanero, come hongos y marica.
- Home genio ¿lo de ser marica se cura en un centro de rehabilitación, además ser marica es una enfermedad?
- No, nada de eso, pero así es Dios ¿quién lo entiende? Yo no, y un simple mortal inerme como usted menos.
- Eso sí.
4. – Genio, por cierto ¿por qué mi fuente de cerveza, la que usted me concedió la otra vez, se seca en las fechas de elecciones?
- Porque así es la democracia.
- ¿Ah?
- No sé, ni idea, invéntese una respuesta usted. Por lo ágil “porque así es la democracia” me parece la mejor de las respuestas para todas las preguntas del mundo que no tienen como responderse.
- Aah.
- ¿Y qué, como le va a usted desde que le concedí los deseos?
- Pues genio, lo mismo. Yo qué sé.
- ¿Y eso?
- No sé, así es la democracia.
- Güevón.
- Usted me dio la respuesta, yo sólo la repito.
- Güevón.
3. – Genio ¿a usted le gusta Flema?
- Mmmm, escuché algunas canciones.
- Es que me acordé que en Buenos Aires me deprimía con mucho gusto pensando en volver a Medellín escuchando esa banda, sobre todo cuando Andrés, Gabi y Gastón estaban en sus lugares de origen - Santa fe, Cipolletti y Arrufó-. Genio, cantemos.
- Pero yo tengo una voz de tarro horrible, canto como un Ricardo Arjona cualquiera.
- Yo también tengo una voz de tarro espantosa, canto como un Juanes cualquiera, a los gritos. Pero Genio, tranquilo, no vamos a armar la súper banda ni nada parecido, sólo vamos a correr el riesgo de que si nos oye alguien por ahí que no tiene la más puñetera idea de lo que está escuchando nos nomine para un gramy.
- Bueno pues, cantemos, igual no estamos haciendo nada. Empiezo pues a cantar: ¡“
Te siento tan profundo que a veces nos confundo. Sintiendo el perfume de tu flor ya no hay demarcación entre la madriguera y el ratón. La otra noche sentí que soy parte de vos y estuvo todo bien cuando entendí que vos sos parte de mi…”!
- ¡Genio gran güevón esa no es una canción de Flema, es una canción de El robot bajo el agua! ¡Además es una canción “suave”, no es para andar gritando!
- Perdón, perdón, es que he escuchado mucha música “suave” en el encierro de mi lámpara. Por cierto, gracias por frotarla ser insignificante, estaba que me pegaba un tiro.
- je je je, ya lo dijiste. De nada Genio, para eso estamos. Pero ahora sí cantemos pues Flema, deprimámonos:
2. ¡¡¡¡¡“
Recordándote. Parece que fue ayer cuando te peinaba. Tu cuerpo en el papel. Pero todo acaba. No es eterno tu sabor. Recordándote. Parece que fue ayer cuando te peinaba. Tu cuerpo en el papel. Pero todo acaba. Todo todo. No es eterno tu sabor. Vuelve a mí. Flaca vuelve a mí. Flaca vuelve a mí. Flaca vuelve a mí. Recordándote.”!!!!
1. – ¡Qué chimba que es cantar a todo pulmón!
- Sí genio, es una chimba. De lo mejor… por cierto Genio, ahora que estamos cantando sobre el amor, la otra vez me quedaste debiendo un deseo.
- Verdad que sí. Hágale, pida el deseo, hoy soy don Corleone.
- Genio, quiero una June Carter para mí.
- ¡Ja! Deseo imposible, una June Carter sólo la tuvo Johnny Cash. Amor como el que hubo entre esos dos no se repite. Además usted tuvo su June Carter pero la dejó ir, para que es tan bobo.
- Genio, pero es que me fui a estudiar a Argentina.
- Por eso: amor de lejos amor de pendejos; y que conste que “pendejos” no quiere decir en esa frase “jóvenes”, sino que quiere decir “bobos malparidos”.
- Eso me deprime aun más.
- Lo sé, soy un Genio. Pero tranquilo ser que se va a morir de una muerte espantosa donde tienen que ver muchos los gusanos y el polvo, no le llegara una June Carter, pero sí le llegará una Sally.
- ¿Sally la del libro Servidumbre humana de Somerset Maugham?
- Sí, esa.
- Genio, es muy preocupante su encierro en la lámpara, está leyendo libros muy depresivos.
- Sí, me identifiqué con el personaje principal: Phillip.
- Uff ¿en serio, ese personaje tan perdedor?
- Sí, lo confieso, además me enamoré perdidamente del personaje femenino: Mildred.
- Y bueno Genio, al menos no me deseó una suerte horrible, Sally a mi me gustó, es una especie de June Carter ¡Quiero que llegue mi Sally!. Mildred si es cualquier cosa... ¿Genio, te puedo pedir el deseo que me falta en otra ocasión? Ya estamos muy mamertos, perdimos el sentido del humor.
- Cierto, muy cierto.