5. Hoy que estaba editando una nota sobre un coreano que “estudia” en la Universidad Nacional me acordé de Chucho. No sé, quizás es la manera en que el coreano mueve las manos, quizás es la forma en que se ríe, quizás es que el coreano con todo lo que habló, en un castellano mal pronunciado y medio mexicanizado con algo de antioqueño, me hizo cagar de la risa, y no sólo yo me reía, detrás de mi habían unos cuantos sorbiéndose los mocos de las carcajadas que soltaban. Ese era el efecto que producía Chucho, pero a diferencia del coreano que todo le da pena (fuera de cámara muy apenado: “mujeles de Medellín sel bonitas, no habel-las en Colea ni en ninguna palte que he visitado.”), Chucho hablaba de marihuana y de putas como si de carne de res para un asado de fin de semana hablara, “Chucha loco, este fin de semana me voy para donde las paraguayas y pass pass, además loco me voy con la maldita y pass pass – así le decía a su pipa que cambiaba de colores: La maldita-”.
4. Resulta que si trabajas en televisión o en cualquier cosa que tenga que ver con imagen siempre terminas regalando horas extras. Y para eso estaba presupuestado hoy, para quedarme editando la nota del coreano hasta pasadas las siete de la noche, cuando ya el pico y placa se acaba. Pero como no estaba el jefe (Hernán) y el encargado (Carlos) se tenía que ir, además de que no tengo llaves del Centro de Producción Audiovisual, menos mal porque eso es mucha responsabilidad, a las seis de la tarde en punto estaba de patitas en uno de los pasillos de la universidad. Y a esperar que se terminara el pico y placa para venirme para la casa, una hora y media sin nada para hacer. Fui a la cafetería central que ya la estaban cerrando y me compré un tinto (un café), me fumé uno, dos, tres, cuatro, cinco cigarrillos, me tomé el tinto, deambule por aquí y por allá, me senté, me volví a parar, volví a deambular, me fumé otros cinco cigarrillos y de repente ¡ZAS!: “¡Jueputa, esto ya lo viví! ¡Me siento como cuando entré a estudiar artes y entre hueco y hueco de clases me tocaba esperar, deambular, aburrirme, maldecir! ¡Además que sólo vine a tener amigos después del tercer semestre porque siempre he sido algo apático!”. A veces recordar puede ser una indudable migraña.
3. Deambulando por la universidad, de puro desparchado leyendo los graffitis en las paredes, cosas como “Abajo el imperialismo” “el Che aún vive” “Viva la revolución en Nepal”, recordé cuando estaba en el colegio, sobre todo cuando estudié en el Marco Fidel Suárez donde en las paredes estaban escritas las mismas vainas.
- Vamos, vamos, estás mal Byron ¿comparar el colegio con la universidad no es una blasfemia?
- Mmm…
2. Y por qué no, vuelve y juega el coreano. Para la dicha nota utilicé de música incidental hip hop que me recomendó el mismo coreano, en oriente el hip hop es ley. Escuchando a Wu -tang Clan, etc. a mi cabeza llegaron los recuerdos: Adrián, David y yo escapándonos de casa a media noche por el solar para irnos a bailar y a beber a una discoteca de raperos que quedaba en la 33 con Bolívar, justo debajo de la estación del metro Exposiciones. ¡Hasta que nos descubrieron!
1. Y hoy parece que todo está confabulado, leyendo esto se me vino la lagrimita. Recordar la primera vez que te enamoraste, la primera vez que tuviste el descaro de darle el estatus de héroe a tu amado/a y luego lo bajaste del pedestal como si de un mango podrido se tratara, es algo sublime, algo tristón.
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2 comentarios:
Que grande el coreano! Aguanten los personajes! Byron, no se si te enteraste que la maldita tuvo un accidente.
Che si tenés el banner de la exposición de Joni y Max Moskú tendrías que volver a subirla, ahora estamos yendo para allá
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