1. Desde hace algunos días me viene doliendo el hombro, el brazo y la mano derecha. El dolor se ha agudizado más y más y más al paso del instante, tanto que el viernes tuve que parar de laburar e ir de inmediato a urgencias. No, no, no ¡Que dolor tan malparido!, tan…tan… he pensado: quizás esté sufriendo del metacarpo o algo de eso.
2. - Buenas, ¿le puedo servir en algo?
- Sí, vengo a una urgencia.
- ¿Qué tiene?
- Me duele mucho el hombro, el brazo y la mano derecha.
- ¿Se cayó, se aporreó o se cortó?
- No, sólo me duele mucho, y mucho es muchoooo.
- Entonces eso no es una urgencia.
- Pero tuve que parar de trabajar por el dolor, PARAR DE TRABAJAR, AH.
- ¿En qué trabaja?
- Soy camarógrafo. Mi mano y mi brazo son muy importantes en lo que hago, ¿me entiende?
- Pero es que eso no es una urgencia. Mire, si quiere hago que uno de los doctores lo atienda, pero no prometo que le hagan nada; como le digo: eso no es una urgencia.
- Listo.
- Muéstreme su cedula.
Se la muestro.
- ¿Qué E.P.S. tiene señor don Byron?
2. Media hora después todavía sigo respondiendo preguntas: ¿Dónde hizo su afiliación a esa EPS señor don Byron? ¿Cuál es su teléfono señor don Byron? ¿Su dirección don señor? ¿Es soltero o casado? ¿Cierto que está haciendo mucho calor? ¿Alaff es su apellido, cierto? ¿No? ¿De dónde sacó ese nombre señor Byron?
3. – Bueno señor Byron Alaff, siéntese en la sala de espera que dentro de unos pocos minutos un doctor lo atiende.
- Bueno.
Me siento en una silla de la sala de espera. Pasan los minutos y los minutos y los minutos y los minutos y los minutos y los minutos y los minutos y los minutos; en la TV de la sala se ve el canal Animal Planet; están pasando un programa donde los animales hacen de las suyas con sus dueños respectivos, mucha sangre “moderada” y mutilaciones que no se ven en el plano son las protagonistas; en especial, sé que voy a recordarla por mucho tiempo, una parte donde una ballena Orca, con sus fauces, hunde hasta el fondo de una piscina a su entrenadora, y la deja ahí, chapaleando, ahogándose – eso no lo mostraron, pero lo dijeron, me hice la imagen en la cabeza-; lo que entendí de esa parte del programa fue: con historial asesino - la Orca ya se había despachado a unos cuantos humanos que la cuidaban y la entrenaban para hacer piruetas en divertimiento de los turistas-, la ballena lo volvió a hacer: Quiere que la liberen, está harta.
- Byron Alaff Vélez – dicho como se escribe “B y r o n…” por un altavoz - pase al consultorio uno. Byron Alaff Vélez pase al consultorio uno…
4. – Buenas, doctor.
- ¿Señor Byron Vélez?
- Sí.
- Siéntese. Cuénteme qué es lo que tiene.
- Me duele mucho el hombro, el brazo y la mano derecha, doctor.
- Mmmm, eso no es una urgencia.
- Tuve que parar de trabajar por el dolor. Soy camarógrafo, mi mano y mi brazo son muy importantes en lo que hago.
- Pero como le digo, eso no es una urgencia. Una urgencia es que estés peligrando por tu vida, usted no está peligrando señor Byron.
Estoy en peligro de perder mi brazo ¡¿Cómo putas eso no es una urgencia?! ¡A la próxima me aseguro de venir chorreando sangre y vomitando cosas extrañas!
- Doctor, pero tuve que parar de trabajar, con este dolor no puedo hacerlo más.
- Pero no es una urgencia.
- Bueno.
- Mire, yo quiero que entienda que al decirle eso no quiere decir que usted no tiene nada, que está aliviado, porque no lo está, pero...
¡Pues yo sé! Si creyera que estoy aliviado no estaría aquí, no es que me encante perder mi puto tiempo en una sala de urgencias.
- Tiene que pedir cita médica, no lo puedo atender.
- Pero doctor, me duele mucho, en serio.
- Pida cita médica.
- Bueno.
- La cita la tiene que pedir el lunes en la mañana, si tiene suerte se la dan el jueves: estamos colmados.
- ¿No me puede recetar algo al menos?
- No puedo, tiene que pedir cita. Su vida no peligra.
- Bueno.
5. Salgo de urgencias. Decido irme caminando hacia mi laboro; mientras lo hago recuerdo que hace años, cuando frecuentaba mucho el parque de El Poblado, me encontraba bastante a una chica que tenía su brazo derecho completamente muerto; sabía disimularlo muy bien, no lo notabas sino hasta que ella te contaba la historia de cómo una bala, dirigida a su esposo mafioso, terminó incrustada en su brazo y lo dejó como lo dejó: inútil. Lo mismo haré, tendré que aprender a disimular y a saber contar como perdí mi brazo, quizás diga que estuve en la guerra de Vietnam, o en una guerra más reciente.
- Byron ¿cómo perdiste el brazo?
- Eso fue hace años, el tío Sam instauraba las bases militares en este país tan sabio y tan bonito y tan rechuchis, y nuestro queridísimo e ilustrado presidente Santos…
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1 comentario:
q.E.P.d.S
que En Paz descanse el Sistema de Salud colombiano...
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