1. - ¿Conoces la historia del tipo que un día se fue de casa y luego se murió como si nada y nadie supo que se murió?
- No.
- Sería extraño que lo supieras, porque es que nadie supo.
- ¿Y cómo vos lo sabes?
- No lo sé, soy nadie, pero supongo que historias así son muchas.
2. – Tengo ganas de orinar.
- Yo también.
- Pero no soy capaz de entrar a un baño público.
- ¿Por?
- Todas las llaves de agua están untadas de orines, los tipos orinan y abren la llave, y entonces no vale lavarse las manos si uno entra en esos baños y toca esas llaves.
- Debes saber que la mayoría de hombres no se lavan las manos al orinar. Cuando estrechas la mano de algún tipo, debes atenerte a la interrogación de: ¿Se la lavó las manos después de que varias gotas de orín volaron – las gotas de orín vuelan- al unisonó cuando orinó este tipo, en ese baño, al que le estoy dando la mano?
3. – Si los que tocan y cantan buena música no fueran mortales común y corrientes, para mí, tendrían todo el derecho para hacer de todo; para mí serían dioses.
- Yo los tomo como dioses, por eso evito saber algún chisme de ellos: no quiero saber con quién están casados, qué estupidez hicieron y por eso los fotografiaron los paparazis, cómo se suicidaron, ni esas cosas.
- Y ¿Dime de cuántos de estos músicos que idolatras no sabes algún chisme?
- De todos sé alguna cosa. Estúpidos seres humanos que desaprovechan su talento de ser inmortales.
4. – Una vez me imaginé cómo sería que me suicidara en un suicidio colectivo. En esa imaginación me quedé mirando un cigarrillo entre mis dedos de mi mano derecha. El humo del cigarrillo, a mi parecer, me dijo: Fúmame, recuesta tu cabeza hacia atrás y duerme, y eso hice. Cuando me desperté el cigarrillo había incendiado toda mi habitación, él único no incendiado era yo: me desperté de inmediato, era un sueño; pero luego supe que la gran mayoría de mi familia había pensado que la casa de mi abuela se había caído por un sueño intempestivo que tuve.
5. – Estoy quebrado, y no me refiero a estar desfalcado. Estoy quebrado a la mitad. Unas de mis mitades dice que renuncie a todo, la otra dice que se vienen cosas mejores.
- En el principio de una mitad siempre va a haber una advertencia, y luego, al final, viene una de que los cambios son la muerte o el principió de lo que cambia.
- ¿Qué dices tú?
- No sé, he estado oyendo mucha música depresiva; pero la depresión es un invento nuevo, algo para desacreditar a Simón Freud.
- ¿Simón Freud? ¿Aaah?
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