1. Liberó de su envoltura, con extremada paciencia, aquella golosina que segundos antes le compró a ese molesto vendedor ambulante que en menos de diez minutos fue el segundo en subirse al bus a ofrecer dulces, bajo la amenaza de “es mejor para ustedes que esté haciendo esto y no robando en las esquinas”. Se metió en la boca la exquisitez de chocolate con relleno de whisky. Masticó con ruido, abriendo bien sus fauces, expulsando saliva y pedacitos del manjar que ágilmente, al chocar contra el asiento de adelante, se convertía en un pegote. Alisó, con una de sus manos, una pequeña arruga en su blusa fucsia, un tanto sucia, un tanto descosida, bastante añeja. Sacó de su cartera blanca de cuero sintético, un espejo en el que se miró por el espacio de un minuto mientras se acicalaba su pelo teñido de rubio, de raíces negras, marchito, llevado en cola de caballo. Con un labial le dio un tono rojo encendido a sus labios, con polvos de colores resaltó sus mejillas. Masculló algo entre dientes. Guardó el espejo. Sintonizó en su teléfono celular una canción de salsa romántica. Viéndola sentada al lado mío, bastante emperifollada, feliz, improcedente, llevando el ritmo de la canción con la cabeza de abajo hacia arriba, tarareando, “nanananaaaaaananana” de ahora en adelante yo la apodaría “la mujer papagayo”.
2. La mujer papagayo esperaba por él. Lo supe porque ella murmuró “Ay, míralo, tiempo sin verlo” e hizo ademanes toscos para llamar su atención apenas vio que él se subió al bus, atravesó la excesiva e incómoda registradora y le pagó el pasaje al conductor. Cuando no obtuvo respuesta por parte de él, que distraído se situaba en la parte delantera, la mujer papagayo se levantó de la silla.
- ¡Germán!- gritó. La cola de su pelo le quedó encima de la cabeza, parecía que fuera una verdadera mujer papagayo.
3. Germán se paró delante de la mujer papagayo. La miró muy prudente. Con una de sus manos se peinó ligeramente un bigote incipiente mientras que con la otra mano se sostenía de una de las barandas del bus. Siguió mirando a la mujer.
- ¿No me reconoce? – dijo la mujer papagayo. Germán dibujó una sonrisa en sus labios.
- Shirley.- dijo Germán peinándose de nuevo el bigote.- creí que estaba muerta o algo parecido.- lo del bigote es un tic, no paró de peinárselo.
- ¡Ay! ¿Cómo dice eso? Yo muerta, no, no, no diga eso ni charlando. – dijo la mujer papagayo ahora llamada “Shirley”. Sobresaltada, elevó de tal manera el codo derecho que alcanzó clavarse en mis costillas: por suerte sin mucha fuerza.- Perdón.- Me dijo; la miré y me encogí de hombros.
- La última vez que la vi a usted, usted estaba con Freddy en el metro ¿se acuerda?- dijo Germán.
Shirley baja la mirada.
4. - ¿Y cómo está Freddy? Hace rato no lo veo.
- ¿Usted no sabe?
- ¿Qué?
- Freddy y yo nos dejamos hace dos años.
- No sabía, ¿Y qué pasó?
- No sé.
- ¿Pero él está bien?
- Pues yo creo que sí, lo último que supe de él fue que tuvo un hijo.
- Ah. Ese día que los vi a ustedes dos fue un día bueno, muy bueno, lastima perder el contacto con el Freddy.
- Tuvo un hijo, eso me dio tan duro.
- Freddy fue mi mejor amigo, y creí que usted estaba con él.
- Ojalá estuviera con él.
- ¿Cómo así, dos años y no lo ha podido olvidar?
- Sí… bueno, no. Ojalá estuviera con él. Pero ya tiene un hijo, ese día que supe lloré tanto.
- Ya me va a hacer llorar a mí. Pero en serio, creí que ustedes iban a hacer pareja por siempre.
- Ojalá.
- Le conocí al Freddy el hijo hace poquito, ese peladito es todo figurita.
Shirley abrió grande los ojos y miró atenta a Germán.
- ¿Cómo así?
Germán, peinándose el bigote, se bajó del bus sin dar una explicación coherente. La mujer papagayo llamada Shirley, que empezó a parecerse al Joker de Batman con tanta lloradera, se limpió varias lagrimas con un pañuelo sacado de su cartera blanca de cuero sintético. En él dejó su marca.
5. Me bajé del bus. En el momento de hacerlo, Shirley, con su teléfono celular, sintonizaba un vallenato, uno de los antiguos que me gustan. Pero, en mi mente lo cantaba un papagayo. Recordé: Un papagayo se había volado de una finca cercana al barrio Belencito, Adrian, yo y la momia lo estábamos persiguiendo, y lo habíamos acorralado en un árbol, cuando Crema de caca, que así le decíamos a uno del barrio que ahora está loco por tantas drogas consumidas, nos avisó que habían matado a Pablo Escobar: no le creímos.
jueves, octubre 28, 2010
lunes, octubre 18, 2010
TOP 5 Hello, I've waited here for you
1. – A usted lo conozco, ¿cierto?- dice la doctora al verme entrar en el consultorio. Minutos antes me previnieron de su mal aliento, con lo dicho se puede comprobar que no eran mentiras: hiede a no cepillarse los dientes o a que está enferma de quién sabe qué.
- Sí, me conoce, ya estuve aquí hace un par de meses. – digo. Por cierto, yo también hiedo: nadie me recordó que para firmar un contrato tenía que ver primero a una doctora; la noche anterior me embriagué tanto, pero tanto, que apesto a ron.
2. – Ya, Mal de Addison, lo recuerdo. Usted es la única persona que conozco que haya padecido esa enfermedad.- dice la doctora.
- Yo también soy la única persona que conozco que haya sufrido eso, bueno, sé de algún famoso, pero no más. – digo.
- Siéntese, señor ¿Byron Alaff?
- Sí.
- ¿Usted es musulmán o algo parecido? Ese apellido…
- Alaff no es un apellido, es mi segundo nombre, y míreme bien ¿tengo cara de musulmán? – si algo no puedo negar es mi cara de colombiano, se me cae.
3. – Firme aquí señor Byron. – dice la doctora señalándome una hoja puesta en su escritorio. Acto mecánico, me inclino para ver la hoja.- Veo que para leer la hoja se tuvo que acercar a ella, ¿está sufriendo de los ojos?
- ¿Qué? No, no, no. Mi vista es 20 - 20, si quiere compruébelo. – siempre me he sentido orgulloso de mi vista, ¿acaso, doctora, no viste que fue un acto de inercia?
- Puede que tenga la vista 20 -20, pero en un futuro va a padecer de los ojos, se lo aseguro señor Byron.
- No, mi vista es perfecta.
- No lo parece.
¿Acaso, maldita doctora, no viste que fue un acto de inercia?
4. – Usted está sufriendo de…- dice algo que de inmediato se me olvida y me da pena preguntar porque estoy asintiendo con la cabeza en forma de: “sí doctora, aja doctora, bueno doctora, súper, ¿ya me puedo ir?”- y le voy a recomendar que se cuide del polvo y que utilice gafas de sol. No se exponga mucho a la luz, le está haciendo daño a sus ojos.
- ¿Gafas de sol? en mi vida he utilizado unas. – las personas que las utilizan y que siempre las tienen encima de la cabeza y no en sus ojos de alguna manera me resultan sospechosas de algo, no quiero, por falta de costumbre a o no utilizarlas, llevar unas gafas de sol en la cabeza.
- Pues es el momento señor Byron, y no se compre unas gafas baratas porque dañan los ojos.
5. Ahora, cada vez que me inclino para mirar algo en un acto mecánico, pienso que mis ojos se están desgastando, y detesto ese numerito: maldigo a esa doctora. En el día llevo gafas de sol, puede ser paranoia, pero creo que siempre la gente me está mirando por tal hecho: de nuevo maldigo a esa doctora. Me acostumbraré a maldecir.
- Sí, me conoce, ya estuve aquí hace un par de meses. – digo. Por cierto, yo también hiedo: nadie me recordó que para firmar un contrato tenía que ver primero a una doctora; la noche anterior me embriagué tanto, pero tanto, que apesto a ron.
2. – Ya, Mal de Addison, lo recuerdo. Usted es la única persona que conozco que haya padecido esa enfermedad.- dice la doctora.
- Yo también soy la única persona que conozco que haya sufrido eso, bueno, sé de algún famoso, pero no más. – digo.
- Siéntese, señor ¿Byron Alaff?
- Sí.
- ¿Usted es musulmán o algo parecido? Ese apellido…
- Alaff no es un apellido, es mi segundo nombre, y míreme bien ¿tengo cara de musulmán? – si algo no puedo negar es mi cara de colombiano, se me cae.
3. – Firme aquí señor Byron. – dice la doctora señalándome una hoja puesta en su escritorio. Acto mecánico, me inclino para ver la hoja.- Veo que para leer la hoja se tuvo que acercar a ella, ¿está sufriendo de los ojos?
- ¿Qué? No, no, no. Mi vista es 20 - 20, si quiere compruébelo. – siempre me he sentido orgulloso de mi vista, ¿acaso, doctora, no viste que fue un acto de inercia?
- Puede que tenga la vista 20 -20, pero en un futuro va a padecer de los ojos, se lo aseguro señor Byron.
- No, mi vista es perfecta.
- No lo parece.
¿Acaso, maldita doctora, no viste que fue un acto de inercia?
4. – Usted está sufriendo de…- dice algo que de inmediato se me olvida y me da pena preguntar porque estoy asintiendo con la cabeza en forma de: “sí doctora, aja doctora, bueno doctora, súper, ¿ya me puedo ir?”- y le voy a recomendar que se cuide del polvo y que utilice gafas de sol. No se exponga mucho a la luz, le está haciendo daño a sus ojos.
- ¿Gafas de sol? en mi vida he utilizado unas. – las personas que las utilizan y que siempre las tienen encima de la cabeza y no en sus ojos de alguna manera me resultan sospechosas de algo, no quiero, por falta de costumbre a o no utilizarlas, llevar unas gafas de sol en la cabeza.
- Pues es el momento señor Byron, y no se compre unas gafas baratas porque dañan los ojos.
5. Ahora, cada vez que me inclino para mirar algo en un acto mecánico, pienso que mis ojos se están desgastando, y detesto ese numerito: maldigo a esa doctora. En el día llevo gafas de sol, puede ser paranoia, pero creo que siempre la gente me está mirando por tal hecho: de nuevo maldigo a esa doctora. Me acostumbraré a maldecir.
domingo, octubre 17, 2010
TOP 5 Mis videos clips favoritos de todos los tiempos (2)
Lastima la calidad de los videos, pero supongo que así no los quitan rápido
sábado, octubre 16, 2010
TOP 5 Mis videos clips favoritos de todos los tiempos (1)
Hacer un buen video clip, que haga honor a lo que está promocionando, que la gente lo recuerde al oír la canción en cuestión y que lo evoque, no es tarea fácil, así lo creo. Abundan los videos clips MALOS, MUY MALOS, DEMASIADO MALOS, SÚPER EQUIS, para que sean recordados – bueno, de hecho, a algunos, los recuerdas al oír la canción, pero en tono de burla o sarcasmo-, encargados por “músicos o cantantes” que creen que hacer tal cosa es “fácil” y “sólo es irse para mi finca a que me graben cantando ante un par de viejas con tetas de silicona y los caballos que tengo y carros que no tengo”, o “parese ahí, haga como si está cantando”, hechos por gente que solo busca plata “fácil”. O que cree que con sólo tener la última tecnología de cámaras y sonido en sus manos ya está todo y que cosa tan “fácil”, o que cree que la súper fotografía bonita evocando cámaras lomo, etc,… o barata, basta para hacer cosas indi... videos clips hechos en Colombia, no he visto uno que valga la pena – en mi criterio- : mucha producción, mucha tecnología, nada de historia, o historia mal contada. Algunos videos clips hechos por estudiantes que no han sido contaminados por el “negocio” son bien, y no sé por qué se han quedado en eso: videos clip de estudiantes. Para los que no sepan, a un buen video clip lo considero una buena película corta con buena banda sonora, pero bueno: hay películas tan malas que no es de extrañarse que abunden, así es la vida… Para no seguir con esto, a vuelo de pájaro y según me voy acordando, eh estado haciendo una recopilación de los videos clips que me gustan mucho, han hecho que derrame la lagrima, que me deprima, que me ponga a pensar quién sabe cuántas bobadas, que sonría, que baile o que se me ericen los pelitos de los brazos:
Me molesta que en YouTube no duren estos videos, malditos derechos
Me molesta que en YouTube no duren estos videos, malditos derechos
martes, octubre 12, 2010
TOP 5 Por cierto la felicidad llega en ese momento extraño
1. Corremos lo más rápido que podemos, atravesamos todo el campo, llegamos hasta el pavimento de la solitaria autopista. Paramos para tomar un poco de aire, nos secamos el sudor, tragamos saliva. Nos miramos. Ella frunce la nariz, me guiña un ojo, me muestra sus dientes a través de una mueca un poco ladeada, hacia arriba, del lado derecho; en las hendiduras de sus dientes quedan rastros de las fresas que estuvimos comiendo minutos antes. Esbozo una sonrisa. Nos agarramos de las manos.
2. Ahora caminamos muy lento, en silencio. Metros más adelante empieza a hacer frío. Compasión, ninguno de los dos tenemos con qué abrigarnos, nos abrazamos.
3. - Estamos ante una Y, o elegimos la autopista o el camino sin pavimentar.- dice ella.
- Hmmm, o cada uno puede coger un camino.- digo.
En una Y de la autopista nos decidimos separar; elegí el camino sin pavimentar. Que mala idea; ella hizo autostop, le oí decirle al conductor del carro que paró para llevarla: “Voy con usted a dónde me lleve”. El tipo, del asombro, puso sus manos en su cabeza y sin querer se hizo una cresta punk. La situación fue graciosa.
4. Corro como poseso, transpiro como vaso recién servido de agua helada, y está lloviendo mucho, ojalá este camino sin pavimentar se acabara alguna vez. Ya me he agotado de maldecir mi idea estúpida de separarme de ella.
5. Tirito del frío, estoy bajo el techo de un cobertizo olvidado y caído que, seguramente si fuera de día, en este lugar en ninguna parte al que lleva un camino sin pavimentar, resaltaría en cantidades. A mi lado yace dormida toda una familia de campesinos sin tierra; lo sé porque “el hombre de la casa”, un niño de doce años, me lo dijo; la violencia los despojó de todo, ahora sólo buscan venganza: primer paso: se están viendo todo lo de Bruce Lee, cuando ya sepan Kung Fu tomaran las armas. Es fácil recordarla a ella, antes de que empezáramos a correr, antes de comer esas fresas, cuando la convencí de que se fuera conmigo a esa a aventura por un campo y una ciudad inhóspita:
- El Kamasutra fue inventando por hombres con el pene chiquito.- dijo.
- ¿Eh?- dije.
- Perdón, sé que nos acabaron de presentar, pero es lo que estoy pensando. – dijo.
- Quiero irme de aquí, al campo, que ya no está tan terrible: los paramilitares dejan hacer cosas. La invito.- dije.
- En la India los condones son de talla baja, muy baja.- dijo, sonrió, pestañeé y ya estábamos comiendo fresas.
2. Ahora caminamos muy lento, en silencio. Metros más adelante empieza a hacer frío. Compasión, ninguno de los dos tenemos con qué abrigarnos, nos abrazamos.
3. - Estamos ante una Y, o elegimos la autopista o el camino sin pavimentar.- dice ella.
- Hmmm, o cada uno puede coger un camino.- digo.
En una Y de la autopista nos decidimos separar; elegí el camino sin pavimentar. Que mala idea; ella hizo autostop, le oí decirle al conductor del carro que paró para llevarla: “Voy con usted a dónde me lleve”. El tipo, del asombro, puso sus manos en su cabeza y sin querer se hizo una cresta punk. La situación fue graciosa.
4. Corro como poseso, transpiro como vaso recién servido de agua helada, y está lloviendo mucho, ojalá este camino sin pavimentar se acabara alguna vez. Ya me he agotado de maldecir mi idea estúpida de separarme de ella.
5. Tirito del frío, estoy bajo el techo de un cobertizo olvidado y caído que, seguramente si fuera de día, en este lugar en ninguna parte al que lleva un camino sin pavimentar, resaltaría en cantidades. A mi lado yace dormida toda una familia de campesinos sin tierra; lo sé porque “el hombre de la casa”, un niño de doce años, me lo dijo; la violencia los despojó de todo, ahora sólo buscan venganza: primer paso: se están viendo todo lo de Bruce Lee, cuando ya sepan Kung Fu tomaran las armas. Es fácil recordarla a ella, antes de que empezáramos a correr, antes de comer esas fresas, cuando la convencí de que se fuera conmigo a esa a aventura por un campo y una ciudad inhóspita:
- El Kamasutra fue inventando por hombres con el pene chiquito.- dijo.
- ¿Eh?- dije.
- Perdón, sé que nos acabaron de presentar, pero es lo que estoy pensando. – dijo.
- Quiero irme de aquí, al campo, que ya no está tan terrible: los paramilitares dejan hacer cosas. La invito.- dije.
- En la India los condones son de talla baja, muy baja.- dijo, sonrió, pestañeé y ya estábamos comiendo fresas.
lunes, octubre 11, 2010
domingo, octubre 10, 2010
sábado, octubre 09, 2010
TOP 5 Es de mañana, canta una canción, una que sea diferente a lo que has cantado.
-No.
-Sí.
- Dale.
- Bueno, en cinco puntos:
1. - Qué te pasa, nadie tiene esa respuesta.
2. Qué pasa conmigo, es algo simple.
3. Es algo simple, y no sé de sentido común.
4. Desesperar es algo tan sencillo.
5. Mi corazón está quebrado, y las puertas están abiertas, dime una pregunta que no me corche.
- Tu corazón es tan sencillo, sino se adorna de pimienta y sal, es insípido.
-Sí.
- Dale.
- Bueno, en cinco puntos:
1. - Qué te pasa, nadie tiene esa respuesta.
2. Qué pasa conmigo, es algo simple.
3. Es algo simple, y no sé de sentido común.
4. Desesperar es algo tan sencillo.
5. Mi corazón está quebrado, y las puertas están abiertas, dime una pregunta que no me corche.
- Tu corazón es tan sencillo, sino se adorna de pimienta y sal, es insípido.
miércoles, octubre 06, 2010
TOP 5 Un momento
1. Cuando me aparté del grupo, en otra dirección, fueron cinco pasos hacia adelante los que di, ni uno más. Cinco pasos no eran ni el primer cuarto del camino, pero allí estaba: bajo esa lluvia mariquita que no moja nada pero dado a sus pequeñísimas gotas pica mucho en la piel.
2. Parado en mitad del pasto mojado, pantanoso, llano, resbaladizo, contemplaba aquella luz resplandeciente, hermosa, turbia, peligrosa, en ese cielo negro, inmenso, eterno, sin estrellas, lleno de misterios, de dudas que nunca se resolverán, inadmisible ante cualquier mortal. Nadie del grupo en el que estaba protestó, siguió caminando por la calzada: en línea recta.
3. La brisa golpeaba mi rostro y se componía así misma en una melodía. El silbido del viento en mis oídos fue la mejor música del mundo. Cerré los ojos para contemplarla mejor.
4. Momentos así suelen ser tan ramplones, tan faltos de interés, tan fáciles: veo ese cielo negro: me agrada: todo lo que te agrada se muere.
5. Y mientras amanece sólo tengo quejas para compartir, todo lo bueno que me ha pasado me lo guardo, son mis cicatrices, conmigo, en mi piel, en mi cuerpo siempre estarán. Ya veo el día: Tengo quejas, ya lo dije: Para ser un adulto vuelto mierda con una infancia feliz solo te tuviste que haber leído todo lo de Tintín y Axteris.
2. Parado en mitad del pasto mojado, pantanoso, llano, resbaladizo, contemplaba aquella luz resplandeciente, hermosa, turbia, peligrosa, en ese cielo negro, inmenso, eterno, sin estrellas, lleno de misterios, de dudas que nunca se resolverán, inadmisible ante cualquier mortal. Nadie del grupo en el que estaba protestó, siguió caminando por la calzada: en línea recta.
3. La brisa golpeaba mi rostro y se componía así misma en una melodía. El silbido del viento en mis oídos fue la mejor música del mundo. Cerré los ojos para contemplarla mejor.
4. Momentos así suelen ser tan ramplones, tan faltos de interés, tan fáciles: veo ese cielo negro: me agrada: todo lo que te agrada se muere.
5. Y mientras amanece sólo tengo quejas para compartir, todo lo bueno que me ha pasado me lo guardo, son mis cicatrices, conmigo, en mi piel, en mi cuerpo siempre estarán. Ya veo el día: Tengo quejas, ya lo dije: Para ser un adulto vuelto mierda con una infancia feliz solo te tuviste que haber leído todo lo de Tintín y Axteris.
viernes, octubre 01, 2010
TOP 5 ¿Se sienten ustedes inmensamente complacidos?
1. – Estoy sudando como cerdo.- dice uno de los tres tipos que me acompaña en una caminata de dos kilómetros por el estrecho y pantanoso pasaje de un hangar de sembradío de flores para exportación a Miami y a otros lugares que no recuerdo y que comunica con otros hangares similares. El tipo, que va un paso delante de mí y que en efecto está sudando a chorros, se las ingenia para mirarme por algunos segundos directamente a los ojos. Sin ser yo adivino, creo que está esperando una respuesta sobre su acotación, y no sé qué responder, nunca entendí esa frase “sudando como cerdo”, nunca he visto a un cerdo sudar.
– Estoy sudando como un caballo.- dice al pasar de unos segundos; sigo en silencio, tampoco he visto sudar a un caballo.
2. Desvío la mirada hacía el piso, veo como uno de mis tennis queda atrapado en el fango, como por poco mi pie libre del tenni arrebatado por el fango toca el lodazal: doy tres saltos en un solo pie de manera chistosa hacia adelante para evitar caerme sobre la cámara de video que llevo en las manos. El tipo que suda como cualquier cerdo, caballo, oso, ratón, mico, perro, gato, gallo, gallina, mientras se ríe de mí casi se da de bruces contra uno de los tubos que separan el camino de los sembradíos. Y esta se vuelve la anécdota del viaje, lo sé por la manera en que el tipo sudoroso, los otros dos y yo nos miramos de manera cómplice.
3. Entramos en un hangar infinito que parece el paraíso, al menos así lo han pintado, y la luz del sol, traspasando un inmenso plástico transparente que es el techo, ayuda cantidades: Flores de todos los colores brillantes y opacos, hermosos, por doquier hasta que la línea de horizonte tu vista no da más, invaden mi corazón de un sentimiento tan, tan, tan… que me imagino que tengo una amiga llamada Abeja Maya, y a un amigo que se llama José Miel. Como también me he traído mi cámara de fotos en 35 mm saco algunas fotografías: no obstante, sé que no le haré justicia a este sitio.
4. - Está muy emocionado.- me dice uno de los tres tipos que me acompañan, y que además es el que me ha decir qué voy a grabar en este lugar: mi jefe eventual.
- Nosotros ya estamos acostumbrados.- dice el otro, jefe del anterior.
- Después de la segunda vez ya se vuelve rutina.- dice el sudoroso.
Y muere la magia, de nuevo soy un mortal, uno entre miles con una cámara de video y una fotográfica en las manos. Seguimos caminando otro kilometro.
5. Después de mucho caminar llegamos al hangar en el que he de trabajar. Mi jefe eventual me da las instrucciones:
- “Mi interés es calcular el movimiento, la rapidez y la resistencia de cada sembrador de flores, y cómo la velocidad se les va desgastando cuando acaban su jornada de trabajo, quiero cada movimiento de ellos registrado, nunca pare de grabar, ¿listo?”
- ¿Entonces esto no es para que nadie lo vea en TV o algo así?- pregunto.
- No, es sólo para calcular, un estudio que estamos haciendo.
- Listo.
Tres horas después sin parar de grabar, sospecho que también la intención es calcular el movimiento, la rapidez y la resistencia del camarógrafo: como chicle, estoy oyendo en el mp3 una canción llamada Counting de Lucie Silvas, y estoy demasiado cansado: en la cámara los sembradores van al mismo ritmo mío, y casi ya estamos muertos, más yo que ellos que han hecho eso toda su vida.
Mis respetos a las y los sembradores de flores, que trabajo tan duro.
– Estoy sudando como un caballo.- dice al pasar de unos segundos; sigo en silencio, tampoco he visto sudar a un caballo.
2. Desvío la mirada hacía el piso, veo como uno de mis tennis queda atrapado en el fango, como por poco mi pie libre del tenni arrebatado por el fango toca el lodazal: doy tres saltos en un solo pie de manera chistosa hacia adelante para evitar caerme sobre la cámara de video que llevo en las manos. El tipo que suda como cualquier cerdo, caballo, oso, ratón, mico, perro, gato, gallo, gallina, mientras se ríe de mí casi se da de bruces contra uno de los tubos que separan el camino de los sembradíos. Y esta se vuelve la anécdota del viaje, lo sé por la manera en que el tipo sudoroso, los otros dos y yo nos miramos de manera cómplice.
3. Entramos en un hangar infinito que parece el paraíso, al menos así lo han pintado, y la luz del sol, traspasando un inmenso plástico transparente que es el techo, ayuda cantidades: Flores de todos los colores brillantes y opacos, hermosos, por doquier hasta que la línea de horizonte tu vista no da más, invaden mi corazón de un sentimiento tan, tan, tan… que me imagino que tengo una amiga llamada Abeja Maya, y a un amigo que se llama José Miel. Como también me he traído mi cámara de fotos en 35 mm saco algunas fotografías: no obstante, sé que no le haré justicia a este sitio.
4. - Está muy emocionado.- me dice uno de los tres tipos que me acompañan, y que además es el que me ha decir qué voy a grabar en este lugar: mi jefe eventual.
- Nosotros ya estamos acostumbrados.- dice el otro, jefe del anterior.
- Después de la segunda vez ya se vuelve rutina.- dice el sudoroso.
Y muere la magia, de nuevo soy un mortal, uno entre miles con una cámara de video y una fotográfica en las manos. Seguimos caminando otro kilometro.
5. Después de mucho caminar llegamos al hangar en el que he de trabajar. Mi jefe eventual me da las instrucciones:
- “Mi interés es calcular el movimiento, la rapidez y la resistencia de cada sembrador de flores, y cómo la velocidad se les va desgastando cuando acaban su jornada de trabajo, quiero cada movimiento de ellos registrado, nunca pare de grabar, ¿listo?”
- ¿Entonces esto no es para que nadie lo vea en TV o algo así?- pregunto.
- No, es sólo para calcular, un estudio que estamos haciendo.
- Listo.
Tres horas después sin parar de grabar, sospecho que también la intención es calcular el movimiento, la rapidez y la resistencia del camarógrafo: como chicle, estoy oyendo en el mp3 una canción llamada Counting de Lucie Silvas, y estoy demasiado cansado: en la cámara los sembradores van al mismo ritmo mío, y casi ya estamos muertos, más yo que ellos que han hecho eso toda su vida.
Mis respetos a las y los sembradores de flores, que trabajo tan duro.
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