1. Necesitaba alejarme de la evolución, ya no quería ser el centro de los hechos que hoy en día siguen haciendo estragos en la gente que me rodea -confieso que por un momento fue tocar la gloria, pero en la frente tenía tatuado el nombre de Ícaro, todo fue en caída de repente-. También necesitaba desintoxicarme. Mi salud empeoraba segundo a segundo. Tocía, me dolía el pecho, me desmayaba. Dos meses bebiendo todos los días desde que incomprensiblemente le dije a un amigo:
2. - Voy a dejar todo tirado, el trabajo, la universidad, la novia y me voy a dedicar a beber como Nicolas Cage en Leaving Las Vegas.
- Y yo me voy a dedicar a las drogas, sólo para no contradecirte y apoyarte en la causa.- Apenas él respondiéndome, telefoneó a un conocido; y este conocido, minutos después, le consiguió una roca entera de perico.
3. Ese amigo estuvo de farra conmigo las primeras semanas, semanas en las que él era incapaz de levantar una taza de café sin que el pulso le fallara y la derramara sobre su ropa, o sobre mí. Su nariz estalló en ráfagas de sangre. Lo acompañé al hospital, y allí no me dejaron quedarme por no ser familiar y por no soltar la botella de lo que sea que estaba tomando. Amanecí varias veces en la entrada del hospital, esperando, esperando, esperando, y a veces escupía sobre ella con mucho odio, a veces esos escupitajos no tenían la suficiente fuerza: pobre mi ropa. También gritaba algún “¡Hijueputas todos ustedes, celadores, médicos, enfermeras…!”. Un día, gracias a la seguridad del lugar, me fui de allí y sigo sin saber noticias de él. Era un buen amigo.
4. En la casa extravagante donde estuve, a la que llegué un día después de beber dos meses, más de un mes para eso de mi limpieza y no seguir jodiendo al mundo y mi mundo, tenían una colección de cristal de Baccarat, y me daba miedo; “así han logrado rehabilitarme, a punta de desasosiego”, pensaba. Por las noches tenía pesadillas – aún las tengo-, siempre unas de esas figuras de Baccarat me acaricia toda tierna, toda sexual, y luego me grita: ¡No beberás grandísimo malparido hijueputa!
5. No obstante volví a beber. Tambaleando y tropezando, me subo al bus, me dirijo a la banca de atrás. Me empiezo a sentir culpable.
- Hablemos de algo interesante sobre lo qué hablar todo el viaje.- le digo al tipo que está sentado al lado.
El tipo está tan ebrio como yo.
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2 comentarios:
mu bueno Byron
Feliz año nuevo Byron, que sigas escribiendo cosas buenas
Ole Diego, Gracias. Lo mismo para vos, Feliz año y mucho laboro como siempre!!!
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