5. Agarrados de las manos y con la ropa empapada de agua lluvia caminaron el uno al lado del otro. Empezaron a correr apostando quién era más rápido, aún sabiendo que los dos eran estrellas fugaces; una igual de rápida a la otra. Saltaron sobre los charcos que aún sobrevivían del diluvio que cayó unos segundos antes; el agua salpicó sobre sus rostros. Sonrieron.
4. A pleno sol impetuoso, desdeñoso, orgulloso, amarillo, abusivo, señal de un próximo furioso e infinito chaparrón, ellos bailaron y dieron vueltas en un parque. Se tumbaron boca arriba en la hierba, se miraron de soslayo, entre abrieron sus bocas, salivaron. Suspiraron.
3. Comieron helado, hamburguesa y malteada de fresa en un centro comercial. La modorra que produce el comer demasiado los hizo sentirse somnolientos; entonces por primera vez hablaron. Se dijeron de todo, se contaron de todo, se rieron por todo.
- Nadé, algún día atrás, en el océano abierto. También lo hice en un rio y en una piscina. Los tres, tan distintos, no dejaron de ser para mí tan inmensos, tan oscuros, tan misteriosos, tan tediosos, nunca abrí los ojos.
- Le escribí, alguna vez, una carta a una tal Margot. Además de que me gustó su nombre, le escribí porque ella vivía en medio del océano, en un barco que se llamaba Rio y que tenía piscina. Supe que luego todo fue un invento, una burla, un descalabro: Margot nunca leyó la carta, yo nunca escribí una carta, y todo porque soy un analfabeto, o mejor dicho: soy un alfabeto pasivo, sé escribir, pero nunca he escrito nada, sé leer, pero nunca he leído nada.
2. Fueron al cine. Ambos detestaron la película que se vieron, y aún así, no pudieron ponerse de acuerdo con sus opiniones. Se atacaron, se insultaron, sonrieron al ver lo tontos que eran al hacer tal escena. Se agredieron, se vilipendiaron, se abrazaron al ver que no podían parar de actuar como par de imbéciles. Se miraron fijamente, casi muertos; supieron que llegó su distancia.
1. Al caminar por una noche fría, sólo miraron el pavimento, cada uno con las manos en los bolsillos de su chaqueta. Lentamente se fueron alejando el uno del otro, sin despedirse, en direcciones opuestas. Se volverían a ver algún día, lo sabían, aunque no en qué tiempo cierto. Ambos tararearon una canción en el momento exacto de una milésima de segundo, en el mismo acorde. Y me encendí un cigarrillo, sé qué él también: la misma bocanada al aire, en la ventana.
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3 comentarios:
acabo de llegar a este blog no sé cómo pero lo que sí sé es que me encantó lo que escribiste! me hizo acordar a mi pareja...
Saludos
hermoso y conmovedor.
Belu.M: ojalá te sigas pasando por aquí.
Anónimo: :(
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