1. – Cuéntame una canción que sea bonita.
- Ese día tú y yo marchábamos por un sendero oscuro que prometía luz al final, a cada paso nuestros píes se alejaron del suelo, las estrellas se nos aproximaban, muy unidos y sin interés miramos para abajo, teníamos rayos x, nuestro misticismo sutil traspasó nuestros zapatos: la inmensidad ante nuestros pies. Hasta que nos dio vértigo; ese ligero marear nos hizo sentir especiales, éramos dos seres humanos que volaban.
2. – Cuéntame una historia bonita.
- Ese día tú y yo estábamos sentados en un mirador; tenías esa expresión en la cara de que nada te satisfacía y no sé qué hice, pero te sonreíste.
- No me parece una historia bonita.
3. – Cuéntame un día bonito.
- Hoy.
- La verdad, no me parece.
- Por fortuna somos diferentes.
- Eso es bonito.
4. – Cuéntame una acción bonita.
- Tú fumándote un cigarrillo.
- No, es fea esa acción, mancha los dientes, ¿me estás diciendo que tengo manchados los dientes?
- No, sólo lo dije.
- Entonces la cosa no es bonita, sino sublime: tengo manchados los dientes.
- No.
- Sí.
- No. Y a veces eres tan odioso, no te soporto.
- Digo lo mismo.
5. - Perdonad, es que ya me dio aquella ligera desazón.
- Cuéntame una desazón bonita.
- No la hay, salvo que vaya acompañada de una canción de esas que te erizan los pelitos de los brazos, pero no sería bonita sino... melancólica.
- Entonces, cuéntame una canción que sea melancólica.
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