5. Hasta las siete de la mañana bebimos vodka Yeimi, Víctor y yo, a las diez de la mañana tenía que estar en el parque listo para grabar a los palabreros. Primera vez en mi vida que voy borracho a trabajar. No entendía nada, sudaba, la cámara en mi mano no se quedaba quieta, por un momento sentí verdadero odio por la humanidad ¿por qué tenían que hablar tan duro si mi cabeza casi, casicito, iba a estallar? Además ¿quién trabaja un domingo? Y el solecito de Medellín que me lo envuelvan. ¡Los domingos es para deprimirse en la casa! o para tardear con cervezas en mano en un lugar que no frecuentas en la semana. Véase un kiosco de puros costeños escuchando vallenato, del vallenato maluco, ese que dice “quisiera ser un Miguel Ángel con pincel en mano para hacer de ti una Mona Lisa”. Los vallenateros de ahora no es que sepan mucho de lo que dicen, sueltan cualquier disparate. Y bueno, así soy yo, solo que no canto vallenatos, ni tengo acordeón, ni tengo una rubia con tetas de silicona, ni tengo carro grande, ni soy paraco.
4. A diferencia de la cámara grande y pesada que me dan para laborar en Santa Fe de Antioquia, la cámara que me dan para laborar en el parque de Bolívar no pesa nada y cabe en la mano. A pesar de que es una buena cámara no me gusta ni cinco, peleo con ella todo el tiempo, la infeliz está mal diseñada, tiene los botoncitos donde no deberían ir y el foco se convierte en zoom y se convierte en diafragma y se convierte en balance de blancos. Con esa cámara pierdo respeto, todo el que me ve piensa que soy un simple turista enchuspado de esos que sólo caen en el parque para ver a las palomas y tomarse una foto polaroid al lado de la fuente. Conseguir que esa cámara se quedara quieta con la borrachera que tenía yo fue una verdadera hazaña. Hazaña que no hice y le inventé un buque al director, le dije “No, es que estoy buscando otra estética, la cámara movida representa lo que se vive en el parque: un verdadero bullicio, puro caos”.
3. Marquitos y Germán - mis primos- se quedaron a dormir en mi casa y los invité a que fueran conmigo al parque. De inmediato, cuando empecé a grabar, se notó sus presencias, siempre estaban atravesados en el plano, y uno con esa borrachera y haciéndoles señas para que se quitaran “oe, oe, siempre anden detrás de la cámara” pero no, no entendían, ahí seguían los enchuspados “ah ¿qué? ¿Qué nos quitemos?”. Marquitos me colaboró tiempo atrás cuando hicimos Todo se va a acabar y la historia fue la misma: “Todo listo, vamos a grabar.” “No, no, espérate, todavía no grabes que hay una sombra” ¿y de quién era la sombra? De Marquitos parado al frente de la luz. “Todo listo, vamos a grabar.” “No, no, espérate, todavía no grabes que tu primo está atravesado”
2. “A éste parque venimos a desahogarnos de tanto problema que tiene la vida, por eso peleamos por religión, por política, por filosofía y por el DIM que tanto amo ¿Dónde hay un hincha de Nacional, a verlo, a verlo? Lo quiero ver discutiéndome. Yo soy el rey de los paras: los parapléjicos. Soy tullido desde que nací he hincha del DIM hasta morir”. Dicho por uno de los tantos palabreros del parque.
Otro dijo “somos descendencia de extraterrestres, Jesús no se murió, se devolvió para su planeta que queda a dos galaxias de la nuestra” y otro dijo “Martín Lutero era un ángel, la reencarnación de Jesús” y puedo seguir, pero no, no hay nada como ver y escuchar esas discusiones en vivo.
1. Queda otra ida por el parque y ya, no más grabaciones, no más palabreros para mí. Aunque me gusta el parque y paso bueno no creo que un día me diga “estoy desparchado, voy para el parque de Bolívar, muchachos, nos vemos”
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2 comentarios:
pero se le tiene que abonar a marquitos que cundo necesitamos una botella para que pareciera que el cuyabro y terre estaban tomando, el man apareció de la nada con esa de vino que le pidió a Juan el portero (que por cierto, todavía trabaja acá en el edificio y se acuerda de Todo se va acabar)
Adhiero a la crítica de las cámaras diminutas. Aparte de su mal diseño, los botones son muy chicos y estan muy próximos entre si. Uno encara con decisión con el índice en punta, pero con el pulso que se supo ganar con el transcurrir de nuestras vidas, se corre con las mismas posibilidades de apretar cualquiera de las opciones más cercanas. Claro, los "ingenieros especializados" en fabricar estas cosas no contemplaron que mientras ellos estudiaban, uno se estaba aplicando electroshocks alcohólicos a las venas. Nos discriminan! Encima, una vez que te las calsaste en la mano, se te adosan al temblequeo como una garrapata. Quiero el libro de quejas ya!
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