5. Después de los charcos, uno cansado de nadar, de tirarse clavados desde la piedra más alta, de tirarse agua en la cara, de mirar de soslayo a la niña aquella llamada Violeta muy bonita ella con su pelo negro largo hasta la cintura y sus ojos azules, de mirar lujuriosamente a la más adulta (Lina) que ya le estaban creciendo las tetas esperando que por si acaso el agua se compadeciera y tentada de su suerte le corriera el vestido de baño para el lado que no tapa nada, de ocultarse bajo el agua para disimular la erección, de empantanarse en algún lodazal, de nuevo al agua a jugar y a salvar al ahogado - yo que pa´nadar no sirvo - de vuelta al pueblo de San Carlos había una casita donde un señor muy buena gente hacia gelatina de pata –perdón los argentinos y los costarricenses, pero no sé si esa gelatina exista por allá y me da pereza explicar como es-. El señor hacia su gelatina, la enrollaba en un palo en 45 grados pegado a la pared y a vender bien sonriente. Nosotros la comprábamos y como todo niño necio como él solo la gelatina no terminaba en nuestras bocas, terminaba en la cara del otro, en el pelo del otro, volando por aquí, cayendo por allá. Recuerdo que cuando nos dignábamos a probarla, esa gelatina sabía a Dioses, uno con esa hambre que da cuando sale a pasear se come lo que sea.
4. Hoy que fui a trabajar y nadie me avisó que no había trabajo – eso sin secretaría es muy duro, le toca a uno adivinar- me encontré a Jader, un amigo de Joni que es de San Carlos. Nos compramos cada uno un café y a conversar: él hablaba sobre Miami – estuvo por allá trabajando- y yo hablaba sobre Argentina. Él hablaba sobre Joni y yo rajaba sobre Joni – mentiras Joni, nunca he rajado de vos-. Por último hablamos de San Carlos y Jader me contó que al señor de la gelatina de pata lo mataron cuando a San Carlos se lo tomaron los asesinos: los paracos. Los malditos se tomaron ese pueblo por más de cuatro años si no estoy mal – si estoy mal corríjanme-, mucha gente huyó a otras ciudades, a otros pueblos, mucha gente fue asesinada ¿y que pasa ahora? Nada, los muertos al olvido ¿qué más se hace? Que tristeza que unos brutos con metralleta en mano y poder de la insurgencia y poder legal se caguen en todo, y lo peor es que la gente los alabe y los lleve a Presidente. Y del otro bando que en nada se diferencia ni hablar.
3. La primera vez que fui solo a cine fue en San Carlos - en Medellín si mucho me aventuraba a ir solo a la esquina, era un niño muy miedoso y llorón-. En ese cine que parecía un bus y las bancas eran plásticas y hacia mucho calor me vi una de las tantas versiones sobre Robin Hood, después de eso siempre que podía iba solo al cine, al que ya sólo voy de vez en cuando porque me da pereza. Luego de la película de Robin Hood salí a mirar los a los osos perezosos que lentamente de en árbol en árbol hasta dar toda la vuelta se paseaban por todo el parque. Jader me dijo que ahora sólo queda un oso perezoso vivo, que ya casi no hay árboles.
2. Recuerdo un Condorito ínflable que me regaló mi tío Lalo, lo compró por ahí por el parque. Y yo feliz con mi Condorito, hasta que un perro desalmado le metió el diente, perro hijuetantas.
1. Violeta muy bonita ella con su pelo negro largo hasta la cintura y sus ojos azules. El más enamorado de ella era Adrián, a mí me gustaba más Lina: desde ese tiempo ya las narices aguileñas me encantaban. A Lina, la sobrina de la esposa de mi tío Lalo, la veo de tanto en tanto cuando hay reuniones familiares ¿Qué será de Violeta?
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3 comentarios:
Pensando en Violeta o en Lina ^^???????????????
Con Lina apenas si me saludo, jeje. En Violeta.
me tocó el corazón. Ultimamente he pensado mucho en el número 4.
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