5. Me subo al bus ruta 203 Belencito, Corazón que me llevará al centro. Pago mi pasaje y al dar la vuelta para caminar por el diminuto pasillo en busca de un asiento libre, lo primero que veo es a Diana. Ella no se da cuenta de mi presencia porque su novio le está dando un beso en la boca. “¿Por qué no se pagan un motel?”, pienso y camino hasta la banca de atrás del bus.
4. Me siento al lado de una viejita muy sonriente y que a leguas se le ve que le hace falta una caja de dientes. La viejita lleva consigo un ¡Pod en los oídos y una libreta de chances de las viejas en su mano izquierda. Pienso: “¿Ah, qué es esto?, qué cosa tan absurda, ¿combinar un ¡Pod con una libreta vieja de chances?, esta viejita es el demonio, el anticristo”.
3. La viejita se da cuenta que la estoy mirando y me mira, luego me grita: “¡Muchacho, ¿dónde queda la Alpujarra?!”. Le respondo que todavía nos falta bastante para llegar allá, que todavía vamos por La América. “¿Qué?”, me pregunta. “¡Que estamos pasando por la glorieta de la 80!”, le respondo. “¿QUÉ?”. “¡SEÑORA, QUITESE EL ¡POD DE LOS OÍDOS!”. Ella se lo quita, suspira y me dice muy paciente: “Perdón muchacho, no lo escucho, mi sobrino me puso esta cosa en las orejas disque para que no me fueran atracar”. “Su sobrino es sabio, señora”. “Naaa, es un drogadicto, pero es la única familia que me queda. No puedo hacer nada. Estoy sola en el mundo. ¡¿Dónde queda la Alpujarra?!”. “Señora, no grite, ya se quitó el ¡Pod de los oídos. Todavía nos falta mucho”. “Aaah, ¿me dice muchacho dónde queda?”. “Sí, quédese tranquila señora”.
2. “¿No le gustaría jugar mientras tanto un chance, muchacho?, todavía las loterías no juegan hasta pasadas la nueve de la noche”. “Señora, eso es ilegal con esa libreta que usted tiene. Ahora todo es electrónico y todo lo controla el estado, además la plata la reciben los paracos ”. “En mis tiempos no era ilegal e igual la plata la recibían los paracos, pero de vez en cuando gente como usted se ganaba la lotería”. “Lo sé señora, igual no puedo hacer nada”. “Hágale muchacho”. “No, no, no señora perdóneme pero no. No me gusta dejar mi destino a la suerte de los paracos”. “Muchacho, a mi tampoco… pero eso me da de comer”. “Lo sé señora”. “¡usted es el demonio!, no hay peor gente que la que no ha matado a nadie, no han contribuido con nada… Póngame lo que me puso mi sobrino en los oídos, yo con usted no quiero hablar más”. “Está bien”, pienso y le pongo el ¡Pod en los oídos: grande sea el reino de los ignorantes, de ellos depende toda nuestra vida.
1. Miro hacia el frente y veo que Diana unos asientos más adelante me está mirando, por su mirada sé que me reconoció. Encojo los hombros y pienso: “Si no la hubiera cagado borracho cuando le dije, “démonos un tiempo”, El tipo que está besando a Diana podría ser yo. Este es el momento propicio para fumarse un cigarrillo y tomarse un trago de ron. Mierda, pero esto es un bus, los choferes de esta mierda pueden escuchar su música a todo volumen, pero los pasajeros no nos podemos alzar la falda, así es la democracia. Diana, te amé”
*Esto lo escribí borracho después de una noche maravillosa en El Viejo Vapor hablando mucha mierda con el capo Marco y el capo Wil. Pocos le devuelven a uno la moral. El tiro de la noche: "Salsero de chimbo peludo".
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