5. Un hilo de baba pende de mi boca y llega hasta la almohada. Lo sé porque siento algo húmedo en mi mejilla derecha. Sólo llevo dos horas dormido y sueño con que en toda la noche di vueltas en la cama tratándome de dormir. Encendí y apagué el televisor mil veces. Caminé hasta la cocina para beber un poco de agua, mil veces. Fui al baño mil veces. Mi sueño parece una pesadilla. ¿En realidad estoy dormido?
4. Mientras en mi sueño al parecer me paro de la cama, salgo de la habitación, camino hasta al balcón y sin saber muy bien el porqué me lanzo al vacío como Superman, tintinea una alarma. Justo antes de dar contra el asfalto dieciséis pisos abajo desaparezco en el aire y me despierto de un salto en mi cama. “que reflejos tengo”, pienso mientras apago el reloj despertador que hay en la mesita de noche al lado izquierdo de mi cama. Son las 5:30 AM, el sol ya despunta detrás de las montañas. Quiero dormir otros 15 minutos.
3. Me doy una ducha. Me visto. Me lavo los dientes. Miro la hora, son las 6:30 AM. Le cambio la arena a la gata y me aseguro de dejarle suficiente comida y agua para que luego no destroce los muebles y las matas. Salgo de la casa. Para afirmarme que no fue en vano el levantarme tan temprano agarro un taxi, no quiero llegar tarde y volver otro día. Miro por la ventanilla del taxi. Es sorpréndete ver como a esta hora de la mañana hay tanta gente en la calle.
2. Entrego la orden para hacerme los exámenes de sangre que desde el año pasado me mandó a hacerme el doctor y espero mi turno sentado en una de las salas de espera. Miro a mí alrededor, toda la gente que hay en el recinto es de edad avanzada, la mayoría mujeres, la mayoría esposas de tipos que están convalecientes en su silla de ruedas. Pienso en algo que escuché hace rato por televisión, un monologo de Seinfeld que decía más o menos algo así (lo escribo a mi manera ya que no recuerdo muy bien cómo iba): “Somos una pareja, no importa que queramos besarnos y hacerlo con otra gente, que salgamos de parranda todas las noches por separado, que queramos darnos la gran vida, lo único que sí importa es que cuando alguno de los dos esté convaleciente y ya tenga un pie en el otro mundo, en la tumba, el otro esté ahí para apoyarlo en lo que sea, cambiándole los pañales, levantándolo a media noche para que vomité, sosteniéndole el pelo mientras vomita, tomándole la mano mientras muere.”. Una enfermera llama desde el fondo del lugar: “Byron Vélez, su turno.”. "Siempre nos llega el turno", pienso.
1. Como ya no tengo afán de nada, me devuelvo para la casa caminando. Dado que el examen requería que estuviera en ayunas no me he comido un rosco. Tampoco me he fumado el primer cigarrillo, y no quiero fumármelo, sé que cuando me lo fume ya no podre parar. Paro en la orilla de una acera, espero que el semáforo se ponga en rojo para poder cruzar la calle. La mañana está especialmente fría, una ligera lluvia pega en mi cara. Cierro los ojos, pienso: “Caminar en las mañanas está muy chimba, si tan solo no detestara madrugar.”
boomp3.com
miércoles, enero 16, 2008
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