5. Llevaba consigo un bastón, un sombrero y un paquete de cigarrillos sin filtro en el bolsillo de su camisa. Su pelo era negro y su piel trigueña. Sus dientes brillaban cuando sonreía.
- Muchacho, ¿de casualidad no lleva consigo algo que beber?, muero de sed.
- Tengo Ron.
- Mucho mejor, un trago me vendría bien.
Nos sentamos en una de las orillas de la Y, saqué de mi bolso una botella de ron a medio empezar, la abrí lentamente y, como lo he visto mil veces hacerlo en las películas, me bebí un sorbo y luego le ofrecí un trago a él. Él miró fijamente la botella y esbozó una sonrisa. El viento levantaba el polvo del camino.
- Es el primer trago que me voy a beber desde hace mucho tiempo. ¿Le molesta si me lo saboreó sin probarlo por un momento?, este instante es como cuando te fumas el primer cigarrillo después de un largo período de no fumar.
4. – De donde vengo me hizo falta un trago de estos… Llevo años viniendo de donde vengo.
- ¿Y de dónde viene si se puede saber?
- Vengo de todas partes. Eh caminado aquí y allá. Conozco el Atlántico y el Pacifico. Nadé en los ríos Magdalena, Cauca y el Atrato. Estuve en la Guajira y en el Amazonas. Conozco todos los pueblos de Antioquia, Caldas, Quindío, Risaralda, Córdoba, Sucre, Boyacá... en fin muchacho, me entiende. Por eso el bastón. Estoy cansado muchacho. Años viajando. Y este va a ser mi primer trago… ¿quiere un cigarrillo para festejar?
- Mmm, no vendría mal que festeje con usted su primer trago.
3. Él se coloca un cigarrillo en la boca y luego me ofrece uno. Me pongo el cigarrillo en la boca mientras él enciende su cigarrillo con una Zippo plateada que tiene un grabado de una mujer rubia con el pelo rizado.
- Muy bonita su Zippo.
Él asiente y estira la mano para encenderme el cigarrillo. Yo niego con la cabeza.
- Este instante es como cuando te tomas el primer trago después de un largo período de no beber.
Él sonríe.
- La Zippo me la regaló un gringo que peleó en la segunda guerra mundial. Un gringo sin una pierna y un parche en el ojo. Por eso el bastón, él también me lo regaló.
- ¿Y de qué parte de Colombia conoció a un gringo si se puede saber?
- Vera muchacho, yo trabajo en las dragas de oro en el Bagre, Antioquia; y las dragas son de los gringos.
- ¿Trabaja?, ¿no lleva años viajando?
- Pedí una licencia. Igual ya estoy pensionado, muchacho.
- ¿Pensionado?, no parece, usted se ve muy joven.
- Para usted me veo joven, pero ambos sabemos que no es así. Usted ya es otra generación. Usted lo sabe muy bien.
2. - ¿Sabe muchacho?, también tengo una familia que me espera.
- ¿Después de tantos años todavía su familia lo espera?
- Sí, somos una familia unida y sé que cuando me muera la familia va a seguir unida. Vera muchacho, yo pude robar todo el oro que quise, yo le pude dar todo el lujo a mi familia que quise, pero vera muchacho, yo no soy de esos. Usted lo sabe muy bien, conoce toda mi historia.
- ¿Yo?, yo no sé nada de usted.
- Sí lo sabe… le voy a recordar algunas cosas: Un día le dije a mi esposa Mariela: “Negra, me voy, quiero encontrar a mis hermanos”.
- ¿Por eso ha viajado tanto, quiere encontrar a sus hermanos?, ¿por qué sus hermanos andan perdidos?
- Usted lo sabe, pero igual se lo recuerdo: Mis papás, mis hermanos y yo vivíamos en Buriticá, Antioquia, éramos muy pobres y no quedaba de otra que irse a trabajar. Yo me fui a los doce años dejando todo atrás. Trabajé en lo que se me presentaba y terminé trabajando para los gringos en las dragas… después de un tiempo, ya casado con su abuela Mariela, concebido a su mamá que es la mayor de todos y a sus otros tíos, el no saber de mis hermanos… ya sabe, una mierda muchacho. Y entonces le dije a Mariela: “Negra, me voy, quiero encontrar a mis hermanos, quiero verlos por última vez”.
- ¿Mi abuela?, ¿mi mamá?, ¿mis tíos?, ¿de qué carajos me habla?
1.- Todavía me falta el final del recorrido. En este momento me dirijo hacia el Chocó. Todavía me falta encontrar a mi último hermano. Me han dicho que vive en Quibdó y que está casado con una señora que se llama Margarita… Muchacho, me voy.
Él se bebe su único trago de ron desde hace muchísimo tiempo y yo enciendo mi cigarrillo. Luego él empieza a caminar mirándome de soslayo.
- Muchacho, ya nos veremos en un futuro. Me va a recordar siempre. Adiós.
Yo empiezo a recordar y me bebo toda la botella de ron, las lágrimas vienen a mí. Mierda, ya me acuerdo, el último hermano que se encontró en sus últimos años de su vida se murió hace dos años.
*Dedicado a mi Abuelo Marcos
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