El diario de Jimmy Bang
I
Diciembre del 2003
Un paquete de cigarrillos y un encendedor barato rojo siempre me escoltan a donde vaya; en una cafetería, en una biblioteca, en un bar, en un centro comercial, donde mis abuelos y mis quince tíos, donde mi mamá, en una sala de emergencias; que es donde precisamente me encuentro. Está sentado a mi lado el taxista (Un hombre fornido y con aspecto de Skinhead) que me transportó hasta aquí e insistió que le llamara el Pequeño Juan.
-¡Por favor!, dejemos el formalismo, nada de hombre del taxi, llámeme Pequeño Juan.
No es por dármelas, pero siempre he sido beneficiario de una incomunicación absoluta a lo que es mi entorno. Sé que considerables individuos no aprecian eso como la gran cosa, que repudian mis potestades y me toman por otro freak más en este planeta. Por lo frecuente, odio a esta clase de tipos, pero a veces, algo en mí, les da la razón. Agradezco de todo corazón que el pequeño Juan esté conmigo, y que espere pacientemente a que me atiendan.
En contra de todos los avisos de “prohibido fumar, esto es un recinto cerrado”, enciendo mi cigarrillo. Me gustan los cigarrillos fuertes. Los cigarrillos mentolados y los suaves son para niñas. Sé que no debería estar fumando en éste sitio porque hay gente enferma, yo mismo estoy enfermo, pero no me importa. Las salas de emergencias me deprimen. Creo que estoy en todo el derecho de hacer lo que me plazca cuando estoy deprimido.
-Señor aquí no puede fumar.- Me dice una anciana con el cabello tinturado de morado, de esas tan escasas en estos días. Añoro esos días.
- Vea señora, puedo fumar donde quiera. Estoy sumamente deprimido y... ¡Maldita sea, estuve a punto de morir!- Le grito a la anciana mientras le muestro mis brazos tajados por una cuchilla de afeitar.- ¡¿Ve señora?! ¡¿Ve mis putos brazos?! ¡Éste es mi puto cuarto intento de suicidio!- Mientras le grito, la señora, sorprendida y con una extraña dificultad (usa bastón) se levanta de su silla y camina hacia la otra esquina de la sala.- ¡Señora! ¡La cuchilla de afeitar nunca había sobrepasado mi brazo más de dos pulgadas, ésta vez llegó casi a un centímetro! ¡Por irónico que parezca, casi me muero! ¡Nunca había visto tanta puta sangre en toda mi vida! al menos no en vivo ¡Y por eso es que puedo fumar donde me plazca!
- ¡Mierda, hombre! Yo tampoco había visto tanta sangre en vivo - Me dice el pequeño Juan – casi me desmayo. Pero soy un hombre fuerte. Me he leído todos los libros de Paulo Coelho.
Miro al pequeño Juan. Su rostro esta borroso. Todo me da vueltas. Creo que voy a desmayarme.
II
- ¡Somos gente sensible y tenemos mucho amor para dar Jimmy! – Me dice uno de mis quince tíos mientras me abraza y sus lágrimas empapan mi ropa nueva del treinta y uno de diciembre- Por todo el amor que hay en el mundo, no lo vuelva hacer, no se suicide. Usted sabe que lo queremos mucho. Y su mamá también lo quiere mucho. Tenga consideración de ella, está pasando por un momento difícil. - Sí, sí, tío Alberto, no lo vuelvo a hacer. Y sí, tengo en cuenta a mi mamá- Le digo para consolarlo, para que deje de abrazarme.
Estoy desesperado, ya solo faltan diez segundos para el año nuevo y quiero ser el primero en darle el feliz año a mi prima más buenorra. Toda la noche ella y yo nos hemos coqueteado y hemos estado jugando a quién es el primero de los dos que quita su mirada de los ojos del otro. Por supuesto, yo he perdido todas las veces.
- Jimmy, en serio ¿Me lo promete?- Me dice mi tío Alberto sin quitar la mirada de mis ojos. Su aliento apesta a alcohol.- ¿Me lo promete? - Asiento sabiendo que de nada vale ya que es víspera de año nuevo, el momento en que todos nos abrazamos, lloramos sin razón alguna aparente, y nos prometemos cosas absurdas que vamos a olvidar en la resaca del día que viene. - Bueno, Jimmy, conste, me lo prometió.- Me lo dice pegándome una palmadita en las mejillas. Me da un beso en la frente y se aleja hasta la barra de las bebidas. Se sirve otro whisky con hielo. Su trago favorito.
Voy a por mi prima. La busco por la sala abriéndome camino a través de mis otros tíos y esposas de mis tíos. Todos quieren abrazarme, pero al no conseguirlo se abrazan entre sí dándose el mutuo feliz año. Todos parecen rebosar de alegría, algo de lo que siempre he carecido; es lo que me dijo mi abuelo hace tiempo atrás, cuando yo apenas era un niño de diez años:
- Jimmy, desde que naciste tus ojos carecen de alegría. Siempre has sido la oveja apartada del rebaño.- Por supuesto, en esa época, yo no tenía ni idea de lo que él hablaba. Sus sabias palabras las vine a comprender después. He sido la oveja apartada del rebaño desde que tengo uso de razón. A veces siento que no encajo en ninguna parte.
fin lucro mi cometido y llego a donde mi prima. Ella me recibe con una sonrisa.
–Hola Jimmy.
- Hola Sara. Feliz año.
Nos abrazamos y damos vueltas por toda la sala. Ambos sabemos que estamos necesitados el uno del otro. Ninguno de los dos ha tenido sexo en mucho tiempo. Su piel exuda feromonas y yo tengo el falo tieso.
- Jimmy, nos vemos mas tarde en la terraza. Estoy sin bragas.- Me dice y asiento complacido.
III
Enero del 2004
El encuentro con Sara en la terraza resultó un verdadero fiasco. Y no por ella, por mí. Yo sólo quería sexo. Ella quería hablar, de alguna manera quería desahogarse de sus problemas conmigo. Tengo fama de ser alguien con él que se puede contar si se complican las cosas. Yo acudo a la solución de esos problemas, no por ser buen samaritano, sino por evitar el aburrimiento. Esta vez no fue así.
- Jimmy, ¿a veces cuando te levantas, no sientes que no tienes qué hacer en éste mundo?, ¿qué todo es igual?, ¡Oh, que boba, ¿qué preguntas hago?, se me olvidaba que hace poquito quisiste suicidarte! - Me dijo ella tras una bocanada a mi cigarrillo. Odio compartir cigarrillos. También odio a esas personas que no se fuman un cigarrillo entero y por eso lo tienen que compartir con alguien que si se lo fuma.
-Sí, hace poquito quise suicidarme.- Le dije tras un sorbo a mi Martini.
-¿Pero lo vas a volver hacer?- Me preguntó.
- No sé, de pronto dentro de algunos meses. O semanas, Cuando mi mamá se recupere, quien sabe. - Le respondí.
- A veces siento que te admiro por querer abandonar éste mundo.- Me dijo, y se puso a llorar. Las lágrimas le corrieron el maquillaje; una erección mía no se hizo esperar.
-Y ¿me contabas hace un rato que no tienes bragas?- Le dije.
-Jimmy, no es momento para pensar en sexo. Es momento de hablar. Hay tantas cosas de las que hay que hablar. Sobre todo tú, Jimmy - Me dijo.
-Espérate ¿Podrías decir ¡Acción!?- Le dije.
- ¿Qué?- Me preguntó sorprendida.
- Sí. ¿Podrías decir ¡Acción!?- Le repetí.
- Acción.- Dijo sin saber por qué.
- Primera escena: me muero de aburrimiento, me voy y te dejo sola.- Le dije en disposición de marcharme.- Segunda escena: bajo, busco el baño, entro en él, cierro la puerta y me hago una paja en honor tuyo. Tercera escena: Salgo del baño y termino de emborracharme hasta quedar sin conciencia y tirado en una esquina de la casa. Cuarta escena: me despierto mañana con resaca y sin acordarme de nada de lo que pasó ésta noche. Quinta escena: dentro de algunos días, si por alguna razón te antojas de sexo conmigo, me puedes llamar. De lo contrario no.- Le dije ésto y me marché de la terraza.
-¡Jimmy! ¡Jimmy! – Escuché que me llamaba. No le hice caso.
En realidad, si fui a hacerme una paja al baño, pero no pude. El baño estuvo ocupado toda la noche por uno de mis tíos. Ese tío se quedó dormido con la cabeza dentro de la taza del inodoro. No se ahogó porque “El diablo protege a los borrachos”. A mi tío llevo dos años viéndolo en las mismas, desde que lo dejó su esposa por un tipo con más plata. Él llama a su esposa cada fin de semana para preguntarle por sus hijos, y para que vuelvan a ser una pareja feliz. Ella, simplemente lo manda a la mierda.
Dada mi calentura, busqué por toda la casa un sitio digno de una paja. Lo que encontré fue la habitación de uno de mis tíos (mi tío gay). Entré en esta, cerré la puerta y me imaginé a Sara en cuatro sobre la cama: Su culo a la altura de mi cabeza y ella diciéndome “mi culo es tuyo Jimmy, haz lo que quieras con él”. Sentí que tocaban la puerta de la habitación. Era mi mamá. Quería hablar conmigo. Yo espere que bajara mi calentura y le abrí.
- ¿Qué estabas haciendo aquí?- Me preguntó.
-Leyendo.- Le dije. Con esa disculpa nadie podría dudar de mí. Mi tío es poseedor de una gran cantidad de libros. Por él leí a los doce años a Henry Miller y a Charles Bukowski.
- ¡Ah!, Jimmy, mijo, necesito hablar con usted.- Me dijo mi mamá creyéndose mi mentira.
- Hablemos.- Le dije.
- Jimmy... al fin decidí que me voy a separar de su papá.- Comenzó a llorar.- Aunque lo quiero mucho ya no puedo seguir con él. Usted sabe que me dolió mucho lo que hizo.
Mi papá le hizo mucho daño a mi mamá. Cuando todos creían que eran la pareja perfecta todo se vino abajo. Mi papá tenía amoríos con otra mujer hacia dos años y de un momento a otro la dejó embarazada. Mi mamá se enteró por casualidad.
- Jimmy... mañana me voy de viaje. Viajo para Argentina. Necesito estar un tiempo sola y voy a estar allá por lo menos un año. ¿Usted me entiende, cierto?- Me dijo. Asentí.- Aunque me voy muy preocupada por usted. ¿Por qué quiso suicidarse?
No supe que decirle, ¿qué le iba a decir? ¿Que toda la vida me he sentido solo? ¿Qué nada me emociona? ¿Qué todo me da igual? No, no le podía decir nada. Eso la haría sentir más mal de lo que estaba. Le habría hecho sentir que fracasó en su intento por hacerme feliz. Ella siempre fue una buena madre.
IV
El pequeño Juan me llamó a eso de las cinco de la tarde. Yo estaba dormido y con resaca. No le contesté. Es un amigo que no quiero. Me dejó un mensaje en el contestador:
- ¡Jimmy! Feliz año. Quiero hablar contigo... Hombre, No estoy bien. Y supuse que, como tú sabes bastante lo que es estar mal me podrías dar algunos consejos. Ya sabes, siempre estás deprimido y esas cosas. Desde que hablé contigo ese día que, bueno tú sabes, ya no me sirven los libros de Coelho. ¿Qué me podrías recomendar?, ¡Ah!, ¡que no sea pegarme un tiro o cortarme las venas! No quiero eso... a pesar de todo sigo siendo un hombre bastante optimista... bueno, no, yo lo llamo más tarde.
Me levanté a eso de las nueve de la noche y salí a dar una vuelta por la ciudad. Visité los sitios de siempre, o lo que había abierto en esa fecha del año: un bar de mala muerte.
Me senté en la barra. Pedí cerveza toda la noche y la combine con esporádicos Tom Collins. La mesera era bonita; dijo que se llamaba Marilyn.
-¿Marilyn Monroe? – Le pregunté con una sonrisita idiota.
-Je, je. Si recibiera plata cada vez que me hacen ese chiste tan malo sería la mujer más rica del mundo.- Me dijo. Luego me ignoró toda la noche.
Si recibiera plata cada vez que me ignoran por mis malos chistes, sería el hombre más rico del mundo.
V
A la salida del bar, bastante borracho y dispuesto a caminar hacia la casa en medio de la lluvia por un maldito arrebato poético de esos que me dan últimamente, me topé con el Pequeño Juan. Me vio desde su taxi y me pitó tres cuadras seguidas mientras yo trataba de no tomarlo en cuenta. Al fin tanta insistencia me convenció.
- Hey Juan, ¿qué hubo?- Le pregunté mientras me subía al taxi.
-Juan no, Pequeño Juan.- Me aclaró al mismo tiempo que ponía en marcha el auto.
- Whatever- Le dije y me encendí un cigarrillo.
- Ahorita escuché en la radio que el cigarrillo afecta los huesos, que da osteoporosis. Jimmy, sería bueno que dejaras el cigarrillo- Me dijo Juan.- ¿A dónde vamos?
- A cualquier parte, no tengo ganas de llegar a mi casa. Total, nadie me espera.- Le dije.
- Jimmy, eso es muy triste.- Me dijo.
- Soy un hombre triste. – Le dije y le sonreí.
- ¿Sí oíste los mensajes que te dejé en el contestador? Te llamé toda la tarde.- Me preguntó.
- No, no los oí.- Le dije mentiras
-¿Jimmy, quieres comer algo? Yo invito.
- Sí. ¿Pero supuestamente no estás trabajando?
- Ya trabajé mucho. Me da gusto haberte encontrado. Quería hablar contigo. Por hacerme el gracioso le dije a Sandra que termináramos, que nos diéramos un tiempo. Que quizás así las cosas mejorarían. ¿Sabes qué le dije, literalmente? Le dije: “Sandra, quiero terminar contigo, y no porque no te quiera. Al contrario. Nunca antes estuve tan enamorado de una persona. Las personas y yo nunca nos hemos llevado bien.” Jimmy yo de alguna manera soy como tú. Pero se me salió el tiro por la culata, ella se enojó conmigo.
- Quiero comer hamburguesa.- Le interrumpí.
- Sí lo que sea. Traté de explicarle a Sandra porque había tomado esa decisión tan repentina, pero eso sólo complicó más las cosas. Ella no lo tomó bien. La verdad, no entiendo a las mujeres ¿Pero quién las entiende? ¿Tú las entiendes?...Bueno, entonces para defenderme le dije: “Sandra, Tú eres la única con la que puedo hablar sobre telenovelas, del heavy y de lo mal que me cae el Real Madrid. Por ti soy una mejor persona. Cambiaste mi vida. Ya hasta conseguí trabajo... Sandra, ¿Sabes?, Me da rabia saber que dependo totalmente de ti. Yo siempre he sido alguien solitario. Me da rabia que lo primero que hago al despertarme en las mañanas es pensar en ti. Que en todas partes, vaya donde vaya, pienso en ti. En que quiero verte y quiero besarte. Hacerte el amor salvajemente. Si estuvieras en mis zapatos, sabrías que eso es una mierda. Que enamorarme para mí es de lo peor... ¿y ahora tú te enojas conmigo por una charla?” Jimmy ¿Y sabes qué me dijo Sandra? Me dijo que nunca estuvo enamorada de mí, que yo solo era un modo de perder el tiempo. - Juan, ¿podrías ir más rápido? Tengo hambre- Lo interrumpí.
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