5. Resulta que en el tambor del revólver sólo hay una bala. Y resulta también que estoy atrapado en este callejón sin salida. “Atrapado en este callejón”, quizás no sea la frase adecuada. Solito, sin que nadie me dijera nada, tomé la decisión de que mi situación avanzara hasta este punto. Las cosas se me salieron de las manos, me faltó prever algunos entes, ¿cómo es posible que no tuviera la precaución de hacerme con una buena munición de balas? Me dije que esta vez iba a estar atento a los detalles. Porque al fin de cuentas eso es lo que cuenta, pero supongo que de nuevo vuelvo a fracasar en un uno de mis tantos intentos por hacer que algo funcione a como la pensé.
4. Desde hace décadas – en realidad desde hace dos semanas-, llevo en el bolsillo de mi pantalón un paquete de Marlboro.
Esta es la ocasión perfecta para dejar ese paquete con dieciocho cigarrillos.
3. ¿para qué necesito más balas? Con una puedo hacer, o mejor dicho, deshacer lo que vine a hacer aquí. Y hacerlo, o deshacerlo, sin más demora. Rápido, como un rayo, como el Correcaminos que Willy el Coyote no vio, sin dolor.
2. Y no es que siempre tenga puesto el mismo pantalón, no; Lo único que me cambio de ropa todos los días son las camisetas, los interiores y las medias, pero los pantalones duran conmigo por lo menos dos semanas; así que haciendo la estadística... el paquete de Marlboro ha visitado cuatro pantalones.
1. El frío metal del cañón del revólver se posa… pero todavía puedo esperar. Ya van 30 años de espera, qué más dan algunos segundos o minutos más. Soy redundante, cosa que tu esperarás, y no lo niego.
¿Cómo será el mundo sin mí? Me lo imagino todo llano., nada de mimar algo que me encanta mimar.
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