1. Levanto la cabeza, abro lentamente los ojos, enfoco. Cierro los ojos, de nuevo bajo la cabeza. Me estremezco. Levanto la cabeza, abro lentamente los ojos, enfoco. Estiro mi cuerpo y bostezo. Me levanto del mueble en el que estoy acostada y camino hasta la mesa próxima; allí me quedo segundos, minutos, y compruebo que estoy sola. Siempre estoy sola.
2. Me conozco cada rincón de esta casa, reino en ella, soy toda poderosa. Me dan ganas de irme a parar en la baranda del balcón a mirar 16 pisos hacia abajo, a mirar a la nada. Que curiosa que es la gente, cuando está cerca de mí, es gigante, pero allá a lo lejos son insectos; como me gusta matar insectos.
3. Cuento mis pasos, acelero mis pasos, ¡corro! Y me subo de nuevo al mueble en el que había estado acostada por horas y horas. De nuevo quiero dormir, y… no sé si tengo sueños, no me importa. Me duermo ahí donde caigo.
4. Ya es de noche, hora de comer. Me levanto muy perezosamente y camino en mi caminado lento y seguro hasta la cocina. No recuerdo que mi plato de siempre, donde como, estuviera repleto de comida, pero en fin, como y como – como en cantidades chicas pero frecuentes, lo normal-. Bebo agua: “glup, glup”. Miro hacia el fondo, donde están las habitaciones, veo una luz encendida. Tengo que ir a averiguar quién diablos encendió esa luz. Camino sigilosa, segura de dónde esconderme por si las cosas se complican, pomposa, tierna; desde que tengo uso de razón eso es lo que sé de mí, soy tierna, pomposa, preciosa, peligrosa, jejeje, nunca me lo dejan de decir.
5. Entro en la habitación, rápidamente corro hasta debajo de la cama, doy una y tres vueltas como soldado en guerra, hago de la oscuridad una aliada. Saco lentamente mi cabeza desde debajo de la cama, y miro discretamente, de derecha a izquierda, todo el recinto. Entre cierro los ojos en señal de que todo para mi es sospechoso. ¡Noooooo!, ¡maldita sea mi prevención ante las cosas! ¡¿Por qué no puedo ser más cuidadosa?! Ahora soy presa de un humano que siempre que me agarra entre sus brazos me hace bailar al ritmo de una estúpida canción que dice: “Go Kendra, Go Kendra”
- Mi gatica Astrid, tan hermosa y peludita.- es lo último que dice ese estúpido ser humano cuando por fin le alcanzo a rasgar algo de su piel. Pero, para que lo voy a negar, espero que me acaricie un poco cerca de las orejas, ya va a ver, ya va a ver.
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2 comentarios:
Y es mimada, muy muy mimada, risis.
ufff, demasiado, risis
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