1. De color blanco son las paredes, los pisos, las cortinas, las sabanas, las camas, las camillas, las sillas, las mesas, los uniformes, las batas, las luces, el pelo de algunos pacientes y visitantes del lugar, el olor –si es que un olor tiene color-... En medio de tanta asepsia, me dieron ganas de salir a la calle a fumarme un cigarrillo. Llueve allá afuera. No importa, salgo del hospital. Por lo bajo, en mi cabeza, empieza a sonar música incidental de corte dramático que va subiendo de decibeles a medida que las gotas de lluvia van empapando mi pelo y mi ropa. Camino firme, lento, decidido, apretando puños, mordiéndome el labio inferior. La música incidental culmina apoteósicamente cuando por fin logro encenderme un cigarrillo, me apoyo en una pared y bajo la mirada hacía el pavimento. Escrudiño el pavimento como si fuera la cosa más interesante del planeta tierra, del universo, del más allá, “mira que bien la contextura del granito, mira como le cae la lluvia, mira como resplandece, mira como refleja, que hermoso, que estupidez”. Le doy una calada al cigarrillo. Cierro los ojos. Fundido a negro.
2. En un sexto piso, en un balcón del hospital:
– Soy felizmente graduado como técnico de sistemas, y la verdad es que a duras penas sé conectarme a Internet. Que engaño ese curso, no aprendí nada.- dice uno de mis tíos.
- Él sólo sabe prender y apagar el computador, jeje.- dice la esposa de ese tío.
- Y leer el mail. ¿Y cómo es que me gradúan de ese curso, ah?, no, no, no. Muy malo, esos cursos no sirven para nada- dice mi tío.
3. En un sexto piso, en un corredor del hospital con vista a los otros pisos abajo:
-Nunca había visto un hospital con un vacío de estos en el medio de un corredor, es el colmo- dice otro de mis tíos.
- ¿Qué tiene de raro?- le pregunta otro de mis tíos.
- Pues que, ¿cómo se le ocurrió al arquitecto de éste hospital hacer una cosa de estas?, no pensó en que la gente se puede querer tirar desde aquí. Si yo miro hacia abajo y me veo tentado de tirarme, imagínense a alguien al que se le acabó de morir, en uno de esos cuartos que tenemos atrás, la persona que más le importaba en la vida. Ese alguien viene y se para aquí, dice “eras mi vida, te fuiste, ya no importa nada”, y se lanza al vacio. Es lógico. Me imagino que ya seguro se habrán suicidado unos cuantos desde aquí donde estamos parados.
- Vos sos bobo, no creo que aquí se haya suicidado nadie.
- ¿Qué no?, espérate voy a preguntar, y te traigo el dato.
- Listo, pregunte pues.
- Sí, ya voy… Es que además, seguro, me van a decir que nadie se ha tirado por éste vacío, porque es que el suicidio es epidémico. Si la gente se entera que de aquí alguien se llegó a tirar, van a venir muchas más personas a hacerlo. Vos ves, por ejemplo, que no ves noticias de que en el Metro se suicidó alguien tirándosele, a pesar de que en el Metro, sabes, siempre hay alguien que se le tira. Es como en un pueblo de Venezuela en el que había un árbol donde una persona cada semana se ahorcaba, cortaron el árbol y ya no hubo más suicidios por esa zona.
4. Al frente del hospital, en una cafetería:
- Byron, ¿se acuerda de mi amiga…?- me pregunta el tío que se quejó del vacío del hospital.
- Sí, me acuerdo. Ella me contrató una vez para que tomara fotos en un matrimonió.- le dije.
- Es algo triste…
-…
-…
5. Estoy apoyado en una pared, estoy viendo e imaginándome el pavimento como si fuera la cosa más sugestiva del mundo, como si debajo de él, cuando ya. Le doy una, dos, tres, cuatro, cinco caladas a un cigarrillo. Pienso “no han sido buenos estos últimos días, para nada”.
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2 comentarios:
Cuando leí esto estaba sonando The Whole Of The Law, de Yo La Tengo.
Días grises estos, lo hacen a uno mirar el paviemento y...
Ay, bueno, me gustó esto.
Saludos chico
mirar el pavimento y patear piedritas o basuritas que uno se encuentre
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