5. En la cárcel de Amaga amanecí una noche, en las paredes retumbaba el son de unas voces femeninas demandando un cigarrillo. Un cigarrillo que no tenía yo, un cigarrillo que nadie tenía, los policías hijueputas nos quitaron hasta las camisas. La peor de las noches sino fuera porque todos los allí detenidos éramos amigos: Duvan, Cesar, Carechiste, Mariano, Leonel el que se ahogó en la represa de Guatapé, mi primo David, mi primo Ignacio y yo. Y para que vea qué sin alcohol también se pasa bueno, toda la noche bailamos y cantamos: “policías hijueputas, hijueputas policías U chu chu U chu chu chuuuu”.
4. Sin camisa, descalzo y sin bañar iba él entrando, colándose en la fiesta, bebiéndose el trago que nadie le invitó. Muy orondo él sacó a bailar a una de mis tías y hasta ahí le duró la juerga. Detectado el borracho colado, echado el borracho colado. “¡váyase a beber a otro lado conchudo, está es una casa decente, al menos tenga la delicadeza de vestirse, bañarse y ponerse zapatos cuando se colé en una fiesta!” y dicho el hecho, hecho el dicho como es que a la media hora vuelve el borracho bañado, perfumado, vestido y con el pelo engominado, preguntando: ¿Ahora si puedo quedarme?
3. David dijo: “Cuidado Mico”. Y Mico, en el convento de la Madre Laura preparando una arquería improvisada para jugar microfútbol, no le escuchó. Un ladrillo de concreto vuela por los aires y aterriza en la cabeza de Mico, sonido de golpe seco, sangre por doquier, gritos de dolor al unísono. Tremenda chamba y Mico descalabrado para el hospital. “Mico enchimbado ¿por qué no se quitó?” “Güevón, no te escuchó”
2. Y como los recuerdos son un recuerdo de un recuerdo de un recuerdo que divaga por los altares de las nostalgia, traicionera ella que le gusta dar puñaladas marraneras a diestra y siniestra y todo lo trastoca, yo los junto a todos. Gente que en su vida se habló hoy en mi cabeza son amigos, gente que nunca se murió hoy está enterrada en mi cabeza, gente que se murió está más viva que nunca pegando brincos y gritando: ¡Wiiii!. Con el rostro desencajado casi llorando los voy presentando a todos “ve tío Tulio que te moriste llegando del ejército, te presento a la que fue el primer amor enfermo de mi vida, su nombre empezaba con S y terminaba con A, con la que nunca me di ni un mísero beso y si me decía ¡salte! yo saltaba”. Y así, sonrisa allí, sonrisa allá se van dando la mano todos. Olvidar es bonito, pero recordar es bizarro ¿O no vos que me miras tanto, mirando lo que nada se te perdió?
1. Saqué mi revolver, el de la razón, y le pegué dos tiros, uno en el corazón para que le doliera y otro en la cabeza para que se muriera. Luego la olvidé, no recuerdo ni su voz. Adiós, muy de vez en cuando miro para atrás en estos casos, muerta allí te quedaras. Comida de gavilanes serás.
*Folsom Prison Blues
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