5. El jueves, sabiendo que no tenía nada que hacer en la Universidad Nacional porque ésta estaba de fiesta, fui a trabajar. ¿Qué tengo que hacer?
- Mmmm, nada.
- El martes que no estuviste nos embalamos colocando las luces en la Cátedra Pedro Nel Gómez. Además no había nadie, eso fue todo charro porque les tocó hacer cámara a Tatiana y a Jaider que nunca habían tocado una cámara.
- Sí, parce, me tocó hacer cámara, menos mal me tocó la de atrás que siempre es un plano general y plano medio del expositor. Parce, pero bien ¿te acordás que el otro día me dijiste que hiciera cámara? Y me fue bien, creo.
- Sí, Tatiana la tuvo fácil, a mi me tocó la cámara del medio, parce yo que nunca había tocado una cámara.
- Montando las luces me acordaba de vos ¿te acordás que en la primera cátedra te ayudé a montarlas?
- Ese día iba para un concierto, pero como Hernán me dijo que vos no venías me tocó regalar la boleta. Le regalé la boleta a Yeimi. Y menos mal, todo el que fue a ese concierto me dijo que estuvo muy maluco, menos mal no fui. (Diciéndomelo mirando hacia el piso con un gestito de “me perdí el concierto por vos maricón”)
- Regálame un cigarrillo.
4. Ese mismo día, mientras esperaba que abrieran la exposición de unos amigos en la galería del bloque 24 en la UN, me bebí un par de cervezas con Tatiana. Luego estuve en la exposición. Muy lindo todo, muy buena y muy bonita la obra de Alejandra Estrada, muy buenas las pinturas de Camilo Betancur, impecable y muy buen trabajo el de Gabriel (no me acuerdo de su apellido), muy asqueroso el vino que ofrecieron. Con cinco cervezas y una copa de vino nauseabundo en la cabeza mirando artistas parlotear aquí y allá entré en depresión. Quería patear a Álvaro Correa – miren un comic sobre ese señor tan desagradable hecho por Joni- y lo hubiera hecho si no es porque me encuentro primero a mi amiga Diana la Shaolina que hace tiempo no la veía. Diana la Shaolina es un amor, Diana la Shaolina siempre salva la patria.
Con Diana la Shaolina me fui para otra exposición en la casa de los tres patios donde estaba tocando en vivo una banda llamada Frankenstein Pacheco, banda que es de unos excompañeros de la UN. Muy buena la banda, muy buena gente vos y vos que no sé quienes son y me están hablando. Tan sensual que baila Diana la Shaolina que hasta me lo hace parar, pero es una amiga, vade retro Satanás, miro para otro lado. Hola Mónica, hola Verónica, hola vos, chau Diana, me voy. Me compré media de ron en el parque del periodista, me vine para la casa, encendí el computador, escribí el Top 5 Verdades de Murphy y a dormir. Me despertó Marcelita Gallo llamándome desde España.
3. Resulta que en el Centro de Producción Audiovisual de la Universidad Nacional estamos jugando amigo secreto (Tiempo sin jugar de eso, la última vez que jugué amigo secreto tenía catorce o quince años y me regalaron una billetera espantosa que me la puse de sombrero, luego se la di al perro para que jugara, pero ese es otro cuento). Las endulzadas son los viernes, todos expectantes de quién endulza a quién, trampitas de “vos me tenés a mí” “ya te endulcé” van y vienen, el juego más gay que he jugado: somos como veinte tipos y siete mujeres. Resultaría muy divertido endulzar a una mujer, pero a mi me toca endulzar a un tipo ¿qué se le compra a un tipo que no bebe ni fuma y es poco lo que hablo con él?
2. Ayer me fui a beber a la 70 con algunos compañeros del centro de producción: Lorena, Diana, Juan Manuel, Jaider, Jeisson, la esposa de Jeisson (Leidy) y un amigo de Jeisson. Diana fue la primera en irse, la siguió Juan Manuel que iba para Barbosa a visitar a su novia – eso es amor, un viernes en la noche viajando para Barbosa-, y el resto nos compramos dos medias de ron y una jarra de cerveza. Hablamos de las divertidísimas aventuras en el centro de producción – no es ironía, de verdad son divertidas-, hablamos de fútbol o mejor dicho discutimos ya que Jaider y el amigo de Jeisson son hinchas de Nacional y Jeisson y yo del Medellín. Acabada la cerveza se fue Lorena. Acabado el ron ¿para donde vamos? Para el centro, a un bar en el que nunca había entrado ni lo conocía. ¿Y ahora? Pues para la casa, se acabó la plata. Me despedí de ellos y me quedé en el parque del periodista gastando mi último cartucho de dinero en una cerveza.
1. Más tarde en la noche me estaba fumando un cigarrillo y bebiéndome una cerveza en el balcón del club universitario. De fondo se escuchaba música electrónica, de fondo se escuchaban los murmullos de la gente. En mi cabeza sonaba esa canción de Siniestro Total: “Me ponen la soga al cuello, el gustito que me da, cara seria ponen todos, pero a mí es que me da igual, el verdugo con su capuchón, la palanca va a agarrar, el cura da la bendición, pero a mí es que me da igual. Porque todos los ahorcados mueren empalmados. Mis piernas ya están colgando, la sentencia se ha cumplido, que sensación me está dando, yo es que de todos me río, me dejan solo en el patio, todos ya se han idoy aunque solo ha sido un rato la pena ha valido. Porque todos los ahorcados mueren empalmados”. Mierda ¿qué hago aquí parado en un balcón en un puta fiesta electrónica?
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