1. Ella lo mira fijamente, él, parado frente a ella, la mira fijamente.
- Perdóname por mentirte, si no hacía que me vieras como el chico al cual hay que temerle quizás nunca te hubieras ido conmigo. – Dice él.
- Deberían dejar fumar en sitios públicos, en sitios como este.- Dice ella. – Aquí te comen los nervios.
Él se sienta al lado de ella.
- Un día te despiertas y descubres que tu vida siempre gira en torno a borrachera en la noche y resaca al otro día, alcanzas a sentirte mal, te da remordimiento, sientes culpa, pero por otro lado ¿sentirte mal por qué? ¿Remordimiento de qué? ¿Culpa de qué, acaso has matado a alguien, o le has robado a alguien o..?. – Dice él.
- Prácticamente si le has robado a alguien, a la tullida.- Dice ella.
- No le robé nada a la tullida, ella no es tu dueña.
- Y además la plata que tenemos en el maletín es de ella.
- No le robamos, es un préstamo… pero déjame terminar la idea, mis disculpas: Te levantas de la cama, caminas hasta el baño, bebes agua del grifo, te das un baño, tarareas Five Years de David Bowie, te vistes, miras cuanta plata tienes en tu billetera y vas y te compras una botella de ron y un paquete de cigarrillos, hay que celebrar que te puedes dar esos lujos.
- Pero te das cuenta que nadie está al lado tuyo para que la celebración sea LA CELEBRACIÓN ¿esa es la idea?
- Sí, ahí entras tu, quiero que siempre celebres conmigo.
- Perdóname si en este momento no tengo ánimos para celebrar una mierda, quiero dejar de sentir dolor por este puto brazo fracturado.
Ella mira hacia el piso, hace una mueca de dolor, después de unos segundos lo mira a él.
- Debby,… gracias por no dejarme tirada en esta sala de emergencias. - Dice ella.
2. Lo único que recuerda de su niñez son dos adultos discutiendo y abofeteándose él uno al otro, uno alto, corpulento, canoso, hombre, y el otro bajito, gordo, pelo teñido de rubio, apoyado en un bastón, mujer. Sus recuerdos más recurrentes son el de cuando el adulto apoyado en el bastón le cortó una oreja con un abre cartas al adulto corpulento, y, cuando el adulto corpulento sucumbió de un edificio cayendo veinte pisos abajo. Con el segundo recuerdo toda la atención recaería sobre ella y su vida pasaría de la chica que nadie determina a la de la chica que es culpable de todo y hay que encerrarla, apartarla, ponerla en cuarentena como si tuviera la lepra.
Escucha voces discutir. Una de las voces se le hace familiar, ¿quién es?, a lo largo de su vida no ha escuchado muchas voces que se le hagan familiares, se pasaba horas y horas mirando por la ventana de su habitación cárcel, se pasaba horas y horas odiando al adulto del bastón, o mejor dicho como a ella le gusta decirle: la Tullida.
Ahora sabe que una de las voces es de David, o como ella le dice: Debby. Él es su salvación.
- ¡Llevamos aquí más de dos putas horas y todavía no la atienden!- Le grita David a una enfermera.
- Señor, cálmese, de nuevo le repito que esta noche estamos cortos de personal, ahora no la podemos atender a ella, hay pacientes más graves- Dice la enfermera.
- Debby, basta, déjalo así, vamos a otra sala de emergencias.- Dice Naty parándose de su silla.
David mira a Naty.
3. Trata de recordar cómo la conociste, sabes muy bien que no fue cuando hablaron por primera vez, sabes muy bien que no fue cuando la viste asomada a su ventana cárcel. La conoces desde antes, muy de antes. Ella es un poco tonta, pero y así es más lista que tú, ella si sabe cuando se conocieron la primera vez, nunca te lo dijo, nunca te lo va a decir. ¿En qué momento te empezaste a enamorar de ella, cuando te dijo eso de “Tengo visiones de noche, una de las visiones eres tú, eres el elegido”?
4. ¿Para qué eso de que Dios existe si no puedes obtener lo que quieres?
David saca su revólver de mentiras y le apunta en la cabeza a la enfermera.
- Si no la atienden a ella ya, le vuelo los sesos a usted acá mismo.
5. “Si yo he de sufrir que también sufran los otros, todo no tengo porque aguantármelo sola”, piensa Naty y a continuación, de un tajo con los dientes, le arranca un pedazo de brazo al doctor que le está intentando acomodar el hueso fracturado de su brazo. El doctor tuvo el craso error de poner nada en la boca de Naty, de arrimarse mucho a sus dientes, pobre, es su primer día en una sala de emergencias, el doctor cierra los ojos.
La sangre fluye por entre la boca de Naty, la sangre chorrea en el brazo del doctor, el grito del doctor es ahogado, la enfermera (novata también) se desmaya, a un viejito le da un infarto, empieza a llover y allá afuera llega una camioneta Toyota negra con los vidrios polarizados. David mira por la ventana.
- Mierda, la tullida.- Dice David.
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4 comentarios:
Ya había dicho, pero digo otra vez. Es bueno, muy.
Saludos
exacto! eres demasiado teso...tendremos que matarte :P
Me gusta la actitud de Naty mientras le acomoda el brazo, y ese romanticismo de David, apuntando con el no-arma para que la atiendan, ahí hay amor.
Y el hecho de cantar Bowie en la ducha, i'd been there.
Saludos!
Saludos a las tres
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