5. “A mi cada semana me atracaban, cómo que me veían la cara de montañera, que soy de Amaga. Una vez mi mamá me había empacado el almuerzo y me había dado buena plata para gastármela en chuchearías, también llevaba un encargó para una señora de Amaga, y como le parece que hasta yo misma llamé a los atracadores. Estaba yo con Beatriz Restrepo en la iglesia San José, estábamos esperando un bus o un taxi, lo que pasara primero, cuando dos tipos pasaron por la acera del frente mirándonos. Y nos entró un miedo, no sabíamos que hacer, cuando otros dos muchachos pasaron por la acera donde estábamos nosotras. Y ahí mismo llamamos a esos muchachos, les dijimos que si nos acompañaban un momento porque nos iban atracar. Los muchachos lo más de formales nos acompañaron y hablamos por mucho rato. Ellos nos decían: pero quién podría atracarlas a ustedes si están todas lindas. Cuando, en el momento de pasar un taxi, uno de los muchachos nos sacó sendo cuchillo y nos dijo que le entregáramos todo. Los muchachos esos nos robaron hasta las aretas. Y oigan, como nos dejaron sin nada nos tocó empezar a caminar por el centro, pasábamos por esas calles todas feas por donde había mucho soplador – drogadicto- , cuando en una esquina un negro todo gigante nos mostró el pipi, una tranca de este tamaño- indica cuanto media la tranca señalando la mitad de su brazo-, y nosotras pegamos un grito y salimos corriendo todas locas, muertas del susto. Que día tan miedoso ese, yo sufrí.”
4. “Quijote era un caballo que le dieron a mi papá, se lo dieron por pagarle una plata que le debían. Cuando le llevaron el caballo a mi papá nos morimos de la risa, el caballo era flaco flaquito, era un costal de huesos. Pobre Quijote, lo entrábamos a la casa por la sala, la cocina y luego lo llevábamos hasta el cafetal, sus patas con herraduras a veces hasta quebraban la baldosa de tanto zapatear. Cuando salíamos a dar una vuelta montadas en Quijote que no tenía silla de montar la gente nos decía: con tanto hueso Quijote las va a violar. Los niños de la cuadra hacían fila para montarse en Quijote, era una fila de dos cuadras, tan gracioso. Mi papá lo puso gordo comprándole cuido fino y le compró un establo allá en la maní – La maní: terrenos que eran de mi abuelo Emilio, se murió él y La maní se perdió, se la llevó el patas -, y allá Quijote se murió parado. Fueron a darle comida y él no se movía, cuando lo tocaron cayó despanzurrado en el piso. Pobre Quijote, con tanto hueso casi nos viola.”
3. “Cada vez que había elecciones Berta Gonzáles se vestía de blusa azul y se ponía tacones rojos dizque para caminar pisando a los liberales – El partido Liberal es rojo, el partido Conservador es azul, ambos partidos políticos, violentos los dos-. Un día venía ella pisando liberales con sus tacones rojos cuando frente a nuestra casa, liberal como ella sola, se le partió un tacón y se despeñó como calzón de puta loma abajo. Yo le grité: ¡Viste Berta, eso te pasa por pisar liberales, un liberal te tumbó!. ¡Si hijueputa, ya lo sé! me respondió ella y me morí de la risa. A mi de política no me hablen, yo voto igual por un liberal o por un conservador”
2. “Iba yo para Amaga cuando en Caldas se subió al bus Ramón – tengo dos tíos llamados Ramón: Ramón Pineda y Ramón Vélez.-. Estaba borracho como siempre, caído de la mica. Yo para evitar vergüenzas de que me identificaran con el borracho ese, me hice la dormida y voltee la cabeza para otro lado. Cuando cómo es qué Ramón se me sienta al lado, y para acabar de ajustar se me pone a echarme los perros. Me decía: Niña, míreme, usted debe estar muy bonita. Yo más volteaba la cara para el lado de la ventanilla y más me hacia la dormida diciéndome a mi misma: maldita sea mi suerte, me gané al borracho. Ya llegando a Amaga, Ramón me mandó la mano, me tocó una pierna y ahí si me volteé hacia él y le pegue su cachetada ¡Respetá a tu hermana gran güevón!. Le armé tal escándalo que todos los del bus voltearon a ver, que pena.”
1. "En la Avenida Oriental un carro atropelló a mi amiga Beatriz Restrepo, yo me lancé a socorrerla apenas ese carro la dejó como la dejó, la gente me gritaba: ¡Cojale la placa al carro!. Y yo me decía: Estos si son mucho güevones, cómo quieren que deje a mi amiga tirada llena de sangre y salga corriendo detrás de ese carro para quitarle la placa, ni que yo corriera mucho. Al otro día llegué al trabajo y conté la historia y todos me decían: ¿Le cogió la placa al carro?. Yo les decía: ustedes acá en Medellín son como bobos, como quieren que deje a mi amiga tirada ahí en el piso destripada, llena de sangre, quebrada y yo salir corriendo detrás de un carro para quitarle la placa. ¡Boba, montañera, cogerle la placa al carro es apuntar el número de la placa en un papelito! Me dijeron. Yo era muy montañera recién desempacada de Amaga.”
* Las historias me las contó mi tía Trinidad Vélez o como le decimos todos: Trina.
* Quise ser lo más fiel a su jerga de Amaga pero para que medio entendieran los que no son de por aquí le cambié algunas cositas, aunque tampoco es mucho lo que le cambie.
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2 comentarios:
me comí las tildes de Amagá, y bueno, muy buena ortografía no es que tenga.
jajaja que buenas historias las de la tia Trina.
saludos!
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