martes, febrero 17, 2009

TOP 5 Fiebre en las gradas (2)

2. “CHARLIE NICHOLAS

ARSENAL – LUTON
27/8/83

¿Cómo no vas a ver malos presagios por todas partes?

En pleno verano de 1983, al cabo de dos años, renuncié alegremente a mi trabajo de profesor para dedicarme por completo a escribir; quince días más tarde, el Arsenal fichó contra todo pronóstico a Charlie Nicholas, el jugador más famoso del momento en el fútbol británico, el Niño Cañón, el jugador de los Celtics de Glasgow, que la temporada anterior había marcado en la liga escocesa cincuenta y tantos goles. ¡Por fin algo digno de verse! Con Charlie en el equipo, me dio por pensar que de ninguna manera podría fracasar yo con los ingeniosos y sensatos guiones que había empezado a escribir, el primero de los cuales, por cierto – ah, insondables misterios de la creatividad-, trataba de un profesor que decide ponerse a escribir.

Ahora es sencillo darse cuenta de que nunca debí vincular la trayectoria de Charlie con la mía, pero en aquel momento se me antojó irresistible… No entiendo cómo, pero me pareció perfectamente comprensible que estaba a punto de convertirme en el Niño Cañón de las series televisivas primero y de los teatros del West End después (por más que no tuviera entonces ni idea de lo uno ni de lo otro, por más que hubiese expresado más de una vez un olímpico desprecio por todo el mundillo de la escena).

… A la sazón, Charlie terminó por ser un indicador bastante exacto de mi suerte. Fui a ver su primer partido, por descontado, igual que otros cuarenta mil espectadores más o menos, y no lo hizo mal: no marcó, pero jugó bien en su puesto y al final ganamos por 2-1. Aunque en su siguiente partido marcó dos goles en el campo del Wolverhampton, eso fue todo lo que hizo en la Liga hasta después de navidad… En el siguiente partido que jugamos en casa, contra el Manchester United, me pareció lento e incapaz de conectar con los demás, y el equipo fue barrido: perdimos por 2-3, pero nunca llegamos a estar dentro del partido… abreviando, su primera temporada fue un desastre, tal como lo fue para todo el equipo. El entrenador, Terry Neill, fue despedido tras una racha lamentable entre noviembre y comienzos de diciembre.

El otro Niño Cañón, en su versión literaria, terminó su imaginativo guión y recibió una carta en la que se le decía que su obra había sido rechazada, aunque también le animaban a seguir la brecha. Luego empezó otro que también fue rechazado, aunque no con tanta amabilidad. Entretanto, se dedicaba a trabajar en toda clase de empleos, casi todos de lo menos halagüeño: clases particulares, correcciones de pruebas y sustituciones a profesores de instituto… para ir tirando y pagar el alquiler. Tampoco dio ninguna muestra de estar a punto de marcar antes de Navidad, y nadie habría supuesto que llegaría a marcar hasta que pasaran unas cuantas navidades. Si hubiera sido un hincha de Liverpool y hubiera unido su suerte con la de Ian Rush, allá por mayo fácilmente habría ganado el Premio Booker.


Nick Hornby, Fiebre en las gradas

No hay comentarios.: