viernes, agosto 21, 2009

TOP 5 No pasa nada

1. Ok. Aquí estoy recostado contra una pared, fumándome un cigarrillo, tratando de seguir el compás de una melodía que no me sé, me la estoy inventando, con los dedos de mis manos. Desde el punto en que me encuentro mis ojos ven drama, comedia, acción, cámaras lentas, cámaras rápidas, imágenes congeladas. Cientos de pensamientos acompañados de efectos especiales vienen, salen, rebotan y sin más se pierden de mi cabeza, se estrellan contra la nada, se los lleva un viento inexistente en este lugar. Hace un calor que te cagas, el sol se carcajea allá arriba. Eso, ríete mucho maldito sol, dentro de unos pocos años explotaras y te convertirás en unos cuantos meteoritos que deambulan por el espacio aterrorizando con chocar planetas… bah, sí. Ríete. Para ese entonces sólo seré polvo, tú en cambio te la pasaras bomba.

Camino hacia otra pared.

2. Esta mañana, el tiempo no transcurre. La misma señora en bicicleta con un bebé terciado a su espalda pasa una y otra vez, el señor de la tienda de enfrente no para de venderle botellas de agua a tres tipos que al parecer no sacian su sed - uno de los tipos soy yo-, los de la zapatería, al lado de la tienda, no dejan de hacer zapatos, del sitio al que espero entrar por fin a grabar lo que vine a grabar salen señoras y señores contando sendos fajos de billetes , los carros blindados llegan y se van, los policías y los guardianes que custodian el lugar no dejan de ser policías que custodian el lugar… y de nuevo se repite todo. Es como si en vez de ser Bill Murray en “el día de la marmota” fuera Byron Vélez en “La mañana de…”, de, de, no hay animales por aquí cerca como para que se me ocurra una buena alegoría, así que sólo sería “La mañana”, y todavía mejor en mayúsculas y hablando como actor malo de teatro “LA MAÑANA”.

Camino hacia la pared de antes.

3. Ok. Aquí estoy recostado otra vez contra esta misma pared, fumándome un cigarrillo. Son cosas que pasan. Bueno, al menos les pasan a los tipos que trabajan en lo que trabajo. Esperas de minutos, horas, días sólo para grabar una hora o grabar cinco minutos o grabar nada, como es este el caso: Le acaban de decir a la directora del documental – un documental sobre la muerte de Carlos Galán- que el tipo al que hemos de grabar -un ex jefe paramilitar- no está, que salió desde muy temprano y que regresa en las horas de la tarde, tal vez. Saco de mis adentros y en pensamiento una mala imitación del acento españolete: Venga tío, que los presos de las cárceles de máxima seguridad en Colombia se la pasan en grande, van y vuelven cuando se les chante.

4. Una semana después, otra mañana perdida y una tarde que está llegando a su fin nos dicen que el ex jefe paramilitar está muy cansado por un viaje que tuvo, pero que nos puede atender si en la grabación somos breves y no lo demoramos más de media hora, porque pobrecito, de nuevo la reiteración, está muy cansado. También nos preguntan que si preferimos grabarlo en su oficina o en dónde. De nuevo el acento españolete aflora en mi mente: en Colombia a las celdas de las cárceles de máxima seguridad les dicen oficinas, que cojonudo tío.

Minutos más tarde, listos a grabar, saltando yo detalles en la descripción del terrible olor a loción, del reloj de oro, las gafas Ray ban que lleva nuestro personaje y el libre desparpajo con el que él anda en esta cárcel de máxima seguridad, con algo no contábamos: el ex jefe paramilitar pide una suma exorbitante de dinero por hablar ante cámaras que no son de los medios de comunicación masivos de Colombia. Así que el tipo nos da un NO rotundo, ya que la verdad, pues apenas si el sueldito nos alcanza para algo. Y bueno, se le entiende, qué más da querer hacerse más millonario, ¿no?

5. Con la cabeza recostada contra el espaldar de la silla de atrás de la camioneta que nos ha transportado estos dos días idos al garete, pido a gritos un cigarrillo. Gritos ahogados sin emitir sonido alguno, la verdad no quiero pasar por un loco que anda gritando por ahí cualquier cosa. Miro por la ventana, miro a mis compañeros de grabación. Cuando no tienes nada qué decir, pero quieres que la gente se dé una idea de “esté tipo la verdad se las reserva, me pregunto qué genialidad tendrá en maraña”, recurres a decir cualquier incoherencia o a utilizar puntos suspensivos. Silencio. Mucho de todo pasa por mi mente, más sin embargo no tengo nada para decir.

- Eh, pues…

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