domingo, enero 25, 2009

TOP 5 The Winner Is. Ítem 4.

A una distancia prudencial quedan las cabinas de los baños, y como no hay luz eléctrica de mi short verde y mi camisa blanca apenas quedan algunos retazos que de a poco se han ido convirtiendo en material indispensable para hacerme una antorcha cada noche. No es que extrañe esa vestimenta tan grotesca - a la próxima, cuando salga de casa a comprar leche, me la pensare mejor cuando me vista – pero al menos no era (como ahora estoy vestido ) ropa estilo: “hombre que de niño se hizo boy scout y ahora a sus treinta años no lo ha podido superar, se pone ese viejo uniforme infantil con mucha regularidad y no sabe si llora por la nostalgia o porque de repente, como si una enorme boa lo asfixiara, su presión arterial se ve por las nubes”, o también puede ser ropa estilo “hombre al que le gusta como se le marca el pene y los testículos al punto de que pronto van a estallar debajo de esos pantalones cortos”. Me dijeron que no me quejara ya que llegué de improviso, que al menos tenían algo para ofrecerme, pero mientras me encarcelaba en esta indumentaria no pude evitar pensar en la oración de una canción de Johnny Cash: “When I was just a baby my mama told me. Son, always be a good boy, don´t ever play with guns. But I shot a man in Reno just to watch him die.”. Nunca tuve tantas ganas de matar gente que tan amablemente se portó bien conmigo, matarla solo para verla morir.

Entro en una de las cabinas de los baños: un cajón compuesto de tres tablas paradas verticalmente con una cortina de plástico azul estampada con ositos, que asumo son de peluche. Coloco la antorcha en el porta antorchas que está dentro del baño. Esta gente tiene merito, se lo han pensado bien al construir con cada detalle este campamento en medio de la nada. Me bajo con dificultad lo que sólo luciría con orgullo George Michael en el video de la canción Wake Me up Before You Go-go. Me bajo los bóxer y me siento en lo que se puede llamar taza del inodoro: una especie de mueble de madera llana con un hueco en el medio. De niño, cuando tenía ganas de ir al baño y se me dificultaba la cosa, me acostumbré a que mi mamá me tarareara alguna canción, nunca lo superé. Tarareo lo primero que se me viene a la mente:

- “Turnaround, every now and then I get a little bit lonely and you're never coming around, Turnaround, every now and then I get a little bit tired of listening to the sound of my tears…”
- Usted, el nuevo. – Dice un hombre afuera de la cabina del baño.- En todos estos días lo único que le he escuchado es eso ¿qué es, una canción?

Asiento con la cabeza aún sabiendo que el hombre no puede verme.

- No era para que se callara, es que tengo curiosidad.- dice el hombre.
- Sí, es una canción. – digo.
- Mmm, pero no le entiendo nada ¿es una canción en inglés?- pregunta el hombre.
- Sí.
- Nunca me gustó la música en inglés, no entiendo nada…. ¿se demora en el baño?
- Mmm, este… sí.
- ¿Estreñido, ah?... tome aire, exhale, relájese, tómelo con calma y vera que así le sale todo bien.
- No es por ser grosero, pero si me sigue hablando no me puedo relajar.
- Lo entiendo. Bien,… me callo.
- Se lo agradezco.
- De nada.

Pasan algunos segundos en silencio hasta que de nuevo empiezo a tararear: “Turnaround, Every now and then I get a little bit nervous that the best of all the years have gone by…”

- Oiga, ¿de casualidad no tiene cigarrillos? Es que si lo voy a esperar y lo voy a oír tarareando y no le voy a hablar lo mejor es que me entretenga con algo, digo ¿no? – dice el hombre.
- No tengo cigarrillos, y… no tiene porque esperarme, hay otros dos baños al lado. – le digo.
- Desde que llegué aquí me acostumbré a ese baño, ya sabe, esas manías que adquiere uno para no volverse loco en un lugar como este. A usted por ejemplo lo he visto matando y contando bichos… bueno, ese baño es como mí…
- ¿Quiere que me pase a otro baño? Todavía no he hecho nada, así que puedo.
- No, tranquilo, yo espero.
- En serio, no hay problema, me paso.
- No, no, no, que pena con usted. Perdón por la molestia. Relájese, quédese donde está, no lo molesto más.
- Bueno.
- ¿Le puedo preguntar una cosa?
- Mmm, pregunte.
- Sé muy bien por qué estoy aquí, un día me aburrí de no tener vida privada, todos los malditos fines de semana después de una rumba de puta madre alguien subía fotos mías en el facebook, al principio eso me hacía gracia, pero luego me harté de que todo mundo se enterara de que fui a tal cumpleaños, que fui a tal fiesta, que me emborraché, que hice el ridículo, que cada que me encontraba con alguien que hace rato no veía me dijera: “Sabés que te agregué al facebook, ¿lo sabés?” . Ya no daba más, llegué al punto de no salir más de la casa. Pero después la casa me aburrió, la vida perdió su sentido. Un día busqué en Internet sitios para dónde irme y que nadie supiera más una mierda de mí. Así fue que supe de este lugar. No dudé un minuto en venirme para acá… pero usted, usted según lo he tratado de descifrar desde que lo trajeron desmayado de la orilla de la autopista, no es de los que escogería venir a morir a un lugar como este y menos con personas como nosotros ¿o me equivoco?
- Perdón ¿a qué se refiere cuando dice “a morir” con personas como “nosotros”? ¿Quiénes son ustedes?
- Somos... ¿No se lo han explicado? ¿No se ha dado cuenta?
- Eh, no.
- Mmm, le falta sentido de observación…no estoy autorizado para explicárselo, eso le corresponde… lo siento…mejor vengo más tarde al baño, hasta luego.

Rápidamente me subo los bóxer, me acomodo con dificultad eso que se puede llamar “bailo todo lo que canta la Village People”. Agarró la antorcha y salgo de la cabina del baño. Un viento fuerte arremete contra mí, casi al punto de tirarme al piso, por minutos sigo parado con la antorcha apagada en la mano.

- ¿Dónde está?- pregunto gritando.
- Cuando le expliquen y si está de acuerdo venga donde mi, tiene usted piernas muy bonitas.- grita el hombre desde alguna parte.
- ¿Ah?

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