jueves, enero 29, 2009

TOP 5 The Winner Is. Ítem 5.

- Nunca pares de correr porque así perderás algunas medallas- dijo, mientras me empujaba hacia la puerta de una Toyota blanca, uno de los tres hombres del campamento que me acompañaban.
- ¿Y eso qué quiere decir?- pregunté a la par que el hombre colocaba dos billetes en mi mano que supuse eran para pagarle el pasaje al conductor de la Toyota.
- No lo sé, simplemente se me ocurrió. – dijo el hombre.

Y así, dado a mi respuesta unas horas atrás, “Gracias chicos, son muy amables, pero conmigo ni cuenten para prenderle fuego a sus cadáveres porque pueden llegar los de CSI, si es que eso existe en este país, y me pueden acusar de asesinato premeditado o una cosa así.”, no dejaron que me quedara a verles estirar la pata. En cambio, sin asomo de desilusión o algo parecido – no alcancé a ganarme el afecto de ninguno de ellos a pesar de que la mayoría me decía: me encanta como se marca tu paquete seguido de esas piernas-, sí me embarcaron rápidamente en el primer carro que pasó por la autopista. No es que me sintiera decepcionado por como fui expulsado de un campamento gay suicida al que llegué por accidente, me alegra sobremanera haber salido de allí, y más me alegra salir con mi hombría intacta, pero la oportunidad de ver como se suicidan de un tacazo cuarenta tipos no se presenta todos los días. ¿Cómo lo iban a hacer? ¿Pegándose un tiro? ¿Tomando cianuro? ¿Con ántrax? ¿Soltando un gas súper venenoso que sólo ellos conocen? ¿Una bomba?¿Tirándose desde la carpa más alta del campamento: muchachos esta vez procuren caer de cabezas contra el piso, ya que en el primer intento hubo muchas fracturas de brazos y ningún muerto? No es por sadismo, pero me gana la curiosidad, me hubiera gustado ver eso.

- Que curioso. A diferencia de usted, esos tres tipos son igualitos, grandes, calvos y velludos. – Dice el conductor de la Toyota dándole marcha al vehículo.- ¿De dónde se los sacó?

Me hicieron jurar que nunca hablaría sobre ellos ni sobre su campamento suicida, al menos hasta que pasara un buen tiempo, además ¿qué le podría decir al conductor? ¿Qué así porque sí un día salí corriendo y por casualidad me desmayé al lado del campamento de una comunidad gay que por su voluntad se van a mandar al papayo ellos mismos? Qué cosa de locos, no me lo creería.

- Son mis primos Gabriel, Cesar y Didier, son hermanos.- digo. Sonrió de manera estúpida al pensar en lo que dije y miro por la ventanilla.

- Oiga, llevamos unos tantos kilómetros recorridos y todavía no me ha dicho para dónde va- dice el conductor de la Toyota.

Eso yo no me lo había preguntado. ¿Para dónde voy? Buena pregunta que genera otras preguntas. ¿Qué pretendo? ¿Quiero ir aún más lejos de lo que he avanzado desde que salí corriendo? A parte de todos esos días que han pasado, ni siquiera sé si he avanzado. Ni siquiera sé en qué parte del país estoy, puede ser que solo a unos kilómetros de la tienda dónde tenía que entrar a comprar una bolsa de leche, o puede que no. En todo caso creo que es la primera vez en toda esta “aventura” que pienso que… ¿estoy deprimido y por eso quería que algo pasara en mi vida?

- Supongo que voy de vuelta a mi casa. – digo sin pensar, sumiéndome en un sopor extraño.
- ¿Y dónde es su casa?
- Vamos bien por esta ruta, no se preocupe.

Presumo que lo primero que voy a llegar a hacer a la casa será preguntarme ¿Es hora de pensar en la moraleja, en las conclusiones? ¿Qué significado tuvo todo? ¿Qué aprendí? Y a lo mejor me diré que no aprendí una mierda, que los finales a veces resultan tan decepcionantes.

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