domingo, agosto 28, 2011

TOP 5 Remedios, Segovia

1. Voy con tiempo para mi viaje a Remedios y Segovia, voy caminando muy tranquilo, llevo cargados los equipos para mi laboro, una cámara fotográfica, una cámara de video y un trípode de esos muy pesados que son para un estudio de televisión. Descargo el equipo en el pavimento, me enciendo un cigarrillo, de los mejores placeres es fumar mientras das una pausa al caminar. Llego a la portería, por donde muchas veces he salido con equipos en mis manos y mis hombros. Me dicen que no puedo salir porque me falta, en el papel de salida, una firma de no sé quién, nunca me habían pedido tal firma. Quince minutos después ya estoy de mal genio, no me dejan salir y voy a perder el vuelo a Remedios. 20 minutos después me dejan ir. El trancón de carros es inimaginable, me muerdo las uñas, y los dedos y los brazos, voy a perder el vuelo. Llego al aeropuerto, resulta que llevaban más de una hora esperándome. Nos montamos al avión, un avión de esos chicos que te hacen dar mucho miedo. Me dan un jugo, por accidente, en el vuelo, me lo derramo en los pantalones. Parece que me hubiera orinado de miedo a volar.

2. En este viaje me acompañan tres portugueses, un brasileño, dos españolas, un español, dos peruanos, tres ecuatorianos, un boyacense, un pastuso y dos antioqueños como yo. Son todos ingenieros de minas y geólogos, gente de mucho estrato por encima de mí. Estamos en Remedios, en un entable de oro. Hago mi trabajo, grabo en video y tomo fotos del entable, y de ellos. Me regalan una gaseosa, por accidente me la derramo en el pantalón. Esta gente pensara que vivo meado.

3. Desde que llegamos a Remedios no puedo dar un paso sin que un soldado del ejército nacional lo de conmigo. Llegué a pensar que era porque de pronto me iba a robar algo, pero no, la cuestión es que en el momento el ejército nacional es “guarda espaldas” de nosotros. O mejor dicho, de los extranjeros que ya mencioné, hago parte del paquete según parece.

- ¿Y qué tal es vivir en Bogotá? – me pregunta el comandante de los soldados.
- Eh, no vivo en Bogotá, vivo en Medellín.- respondo.
- Pero ustedes vienen de Bogotá.
- No, venimos de Medellín.
- Yo me pierdo en Bogotá.
- Yo también.
- Pero estudiaste en Bogotá.
- No, estudié en Medellín.
- Algún día me iré a vivir a Bogotá. ¿No tiene alguna recomendación para darme?
- Hmmm, es que yo no vivo en Bogotá.
- Ahorita, ustedes van para Segovia, no le cuente a nadie, pero le dicen Sexovia.

Muero de la risa. Me derramo en el pantalón, por accidente, la botella de agua que tengo en la mano.



4. Dos días después: resulta que me hago amigo de uno de los portugueses, él no habla español y yo no hablo portugués, así que no tengo ni la menor idea de qué cuernos estamos hablando mientras, apartados del grupo, nos fumamos un cigarrillo.

- Vivo en Lisboa.
- Siempre he querido conocer Lisboa.
- Es muy distinto de aquí.
- Me han dicho que es como vivir en Medellín. Soy de Medellín.
- Me gusta Medellín.
- A mi también.
- A mí me gusta Lisboa.
- Yo quiero que me guste Lisboa, algún día iré.

5. La risa de una de las españolas es contagiosa, con sólo oírla me parto de la risa.

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJAJAJJJJJJJAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJA JUA JUA JUA JUA JUA JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA… ME MORÍ, JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Por accidente me derramo en los pantalones la cerveza que tengo en mis manos.

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