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1. David y Naty, con precaución, mirando de lado a lado y agarrados de la mano, salen de la habitación número 505. David lleva un maletín azul colgado al hombro y Naty lleva un maletín naranja en la mano. Convencidos de que no hay nadie corren por el pasillo hasta llegar a un ascensor. David hunde el botón para llamar el ascensor, abraza a Naty y, ambos, con los ojos puestos de lado a lado del pasillo, esperan.
2. - Fuck Debby, tengo un miedo- Le digo a Debby con voz suave, disimulando que de verdad me estoy muriendo de literal pánico. La tullida no se anda con bobadas, cuando algo se le mete a la head nadie se lo saca.
- De ésta salimos nena, no te preocupés.- Me dice Debby por consolarme, sabiendo que metí las patas hasta el fondo. Él es un amor.
El ascensor sigue sin llegar, me estoy desesperando más y Debby también. Debby me aparta de su lado de manera brusca.
- Nena, bajemos por las escaleras.- Me dice mientras corre por el pasillo.
3. David y Naty bajan por las escaleras cuidadosamente, miran hacia arriba, miran hacia abajo. De un momento a otro Naty se resbala. ¡CHURUNDUM PATAPATAPAM PRAF PRAF CRACK! Naty cae de cabezas dos pisos abajo, tiene el brazo derecho fracturado.
- Mierda Debby, creo que me quebré un brazo.
- Mierda Naty, no lo creas, te lo quebraste. Se te ve el hueso.
- ¿Y ahora qué hacemos?
- Llevarte a un hospital.
- ¿Y qué hacemos con la tullida?
- Ya veremos.
4. Debby me lleva cargada en su hombro. Una vez cuando era niña me quebré el brazo izquierdo y el dolor no llegó de inmediato, llegó una hora después. Como se nota que ya no soy una niña, me duele mucho el brazo.
Terminamos de bajar los cinco pisos, o mejor dicho Debby termina de bajar los cinco pisos. Damos una mirada rápida por la recepción y, aliviados de no ver a nadie, Debby se dirige a la salida.
- ¡Hey!- grita una voz que proviene desde algún sitio de la recepción.- Se pasaron de las diez. Deben el día de hoy.
Debby se da vuelta, hace un gesto que denota angustia, o eso es lo que yo creo, no le veo la cara.
- Sí, ¿Cuánto es? ¿Cuarenta mil?- dice Debby.
- Sí.- contesta la voz.
Debby me descarga en el piso y camina hasta la barra de la recepción. Apoya el maletín azul encima y lo abre. Saca setenta mil pesos y los deja al lado de la campanita por la que uno llama al que atiende.
- Los treinta de más son para que no diga que estuvimos aquí.- Dice Debby.
- Mi silencio vale cincuenta mil.- dice la voz.
Debby sin dudarlo saca el monto faltante.
- Listo, pago, pero si me entero que abriste la boca, cabrón, vengo a por ti y toda tu familia.- dice Debby.
- No tengo familia.- dice la voz.
- Entonces vengo a por los gatos, los perros, las materas, lo que sea.
5. David con Naty cargada al hombro camina por la acera.
- ¿Viste como te miro el muy hijo de puta? Deberíamos pegarle un puto tiro en esa puta cara. Merece que le volemos los putos sesos. ¡Gran hijo de puta! – dice Naty.
David señala un automóvil.
- Debby, deberíamos ahora mismo devolvernos y volarle la puta cara. Sí, un puto tiro entre ceja y ceja no le vendría mal al grandísimo hijo de puta. – Dice Naty.- Tenemos que hacernos respetar Debby. Que los muy hijo de puta como esos no se salgan con la suya.
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