jueves, julio 26, 2007

TOP 5 Las vainas que uno tuvo que vivir

5. Un día, mientras yo esperaba a mi mamá que regresara del trabajo en su moto Yamaha, mi tía Noelia me dijo que me iba a sacar a darle una vuelta al barrio, al barrio Belencito y sus confines con Santa Mónica, incluso que íbamos más allá de Santa Mónica bajando por la carrera 92 llegando a La América. Me bañaron, me vistieron, me peinaron – en ese tiempo tenía el pelo liso y a veces era tan largo que me decían “niña córrase para allá”- y me entregaron un cajón ahí que tenía fotos de Los Menudos impresas, o sea la lonchera. Mi tía Noelia también me dijo que primero pasaríamos por una casa a saludar a una señora. Llegamos a la tal casa, mi tía saludó a la señora, yo me distraje como lo hace todo niño que ve un pajarito volar, y por arte de magia ¡ZAS! Mi tía no estaba, desaparecida, ida, estaba solo la señora, mirándome con esa mirada aborrecedora que colocan los adultos al ver a un pobre niño condenado a crecer en este perverso negocio. Y se vino el llanto, lloré, lloré, lloré, pataleé, mande patadas, mordiscos – uno de ellos atinó en el brazo de la señora ¡toma vieja chota!-, me agarré a la puerta de la casa diciendo que me dejara ir, pero la señora no me dejaba salir, y mi tía no venía, y luego como en una película de zombis salieron más niños y niñas de un salón, llorando también, todos llamando a sus mamás. Que cosa tan aterradora, fue uno de los tantos infames días de mi infancia. Cuanto odié a mi tía Noelia, la odié por días, por meses, por años, hasta que se me olvidó y todo bien, mi tía Noelia es un amor. ¿No pudo encontrar otra manera menos cruel para dejar la primera vez a un niño de cuatro o tres años en la guardería? Ahí están pintados los adultos, todos son un jolgorio de sanguinarias criaturas.

4. En la escuela El Corazón, en tercero de primaria yo era el único niño del salón, todas esas niñas me trataban como si fuera su mascota: Byron pa´ca, Byron pa´lla, Byron dibújeme la tarea que usted dibuja muy bonito, Byron usted es el papá y el resto somos las mamás, Byron deje de ser tan bobo que nosotras no mordemos, Byron ¿me trae la gaseosa de la tienda?, Alaff, a la una, a las dos, a las tres, Byron, usted que es hombre y tiene más fuerza, cárgueme la lonchera. Como me gustaba de ese tercero de primaria una niña que se llamaba Erica y que jamás volví a ver porque en cuarto mi mamá me cambió de escuela. Pasé a estudiar en la escuela de La Madre Laura, a dos cuadras de mi casa, la escuela a donde yo siempre llegaba tarde y cuando me gradué tenia el blue jean sucio en el trasero porque antes de la ceremonia estuve deslizándome por uno de los deslizadores oxidados de esa escuela. Ese fue otro día infame de mi niñez, ¡que pena!, toda esa gente mirándome el trasero sucio cuando subí a recibir el diploma.

3. Mi tercera pelea a los puños con un niño que no era mi primo –mi primo Adrián, en sus rabietas y su cólera incontrolable, siempre me reventaba la nariz- fue en el colegio Marco Fidel Suárez, cuando el colegio no era mixto y era uno de los más peligrosos en Medellín; allá me tocó ver cuan cantidad de cosas, desde atracos, apuñalamientos en el baño, piedras para todas las direcciones y a cubrirse la cabeza policías maricones, un man descalabrado con un buñuelo – lo juro-, y cuando dispararon y alguien gritó “ ¡Al suelo!” y ¡PUM! Hamilton Chica con un balazo en la frente cayó a tres pasos de mí. La tercera pelea con un niño que no era mi primo fue a la salida de un día de clases, se armó el corrillo y a pelear ¡dale pégame primero gran güevón! ¡No dale vos primero! ¡Me tenés miedo maricón! ¡Pégame pues a ver si sos el hombrecito que decís ser! ¡Dale pégame pues! Y alguien del corrillo no muy contento con la riña verbal me empujó y de bruces, con la cabeza hacia delante como un toro y tratando de mantener el equilibrio, me fui contra mi oponente. Mi cabeza le pegó en el estomago y ahí cayó el gran zorete, sin aire y tartamudeando: “a l-a pr-óxi-ma s-i t-e ca-s-co g-ono-rrea.”

2. Luego de lo de Hamilton Chica me echaron del Marco Fidel y como no encontraba cupo en ninguna parte, por la maldita mala disciplina – ah, yo que soy un angelito de Dios-, mi mamá me llevó a estudiar al colegio donde trabaja ella, en Aranjuez. Allí conseguí amistades que hágame el favor, el peligro andante y hablante y próximo a morir como los de Rodrigo D no futuro y el Peladito que no duró nada. Aranjuez es peligroso o al menos sí lo era en ese tiempo, hace rato no voy por allá. Tanta fue la pesadez que yo mismo le dije a mi mamá “mamá sáqueme de aquí que voy a terminar matando a más de uno porque me miró feo o miró feo a mi novia”. Y terminé el bachillerato en San Javier, en el Liceo Samuel Barrientos Restrepo, El Palomar como así le decían si no estoy mal.

1. En onceavo grado, en el Samuel Barrientos Restrepo, finalizando el año, perdí todas las matemáticas, cálculo, trigonometría, estadística, algebra, química, no me acuerdo de más, sé que eran once materias además de religión e ingles que también las perdí, creo que sólo gané educación física, filosofía y estética. Mmm, ¿qué puedo decir? Para ser un buen estudiante tuve que esperar la universidad ya que estudiar Artes plásticas fue muy fácil, por cualquier corrosco combinado con una cosita con otro corrosco me llevaba un 5 – en argentina un 5 sería un 10-, eso sí argumentando que con eso estabas hablando del dolor de la vida y la huella y la poética de la cotidianidad y todas esas maricadas que se inventan los artistas plásticos. Gané onceavo grado de bachillerato porque dibujé en un cartón de paja de medio pliego a todos mis compañeros y a todo los profesores, los hice firmar a todos el dibujo y ya. Uno de los profesores me dijo “a usted lo que le gusta es el arte, le voy a regalar la materia” y así pasé, gané. Ni si quiera fui a la ceremonia de graduación a recoger mi diploma. Odiaba ese colegio. Odié todo mi bachillerato.

5 comentarios:

Byron Alaff dijo...

por cierto este top fue por copietas de este post: http://podriaserquesi.blogspot.com/2007/07/la-aburrida-vida-de-joni-b_18.html

Jules dijo...

los artístas plásticos seguro se levantan en las mañanas y le agradecen a santo tzara y a san DuChamp que puedan seguir justificando sus garabatos. Carajo, si yo me levanto en las mañanas y les agradezco y ni siquiera estudié pintura.

Byron Alaff dijo...

jejejeje falta San Andy Warhol, el que más me gusta

La Mera Mera dijo...

Yo tuve una experiencia semejante:odié todos los colegios donde estudié e incluso ahora odio mi universidad. Lo unico ke me gusta es trabajar.
Cuando me gradué del cole les dejé eluniforme metidoen una de las tasas del baño, y eso ke fui la mejor estudiante de ese colegio de grillas.

Byron Alaff dijo...

yo ni deje el uniforme y como lo leiste fui pesimo estudiante. La universidad la odie un poco, pero pa´qué, me divertí bastante. De hecho de ella saqué a algunos de mis mejores amigos, y eso es una muy buena salvedad.