jueves, septiembre 20, 2007

TOP 5 En el apartamento 179

5. Dos días exhaustos, dos días tristes, dos días de despedida, dos días de risas entrecortadas porque para reír no daba, dos días de llanto, dos días de abrazos, dos días de palmaditas en el hombro – “Todo va estar bien”, dos días tomando café cada cinco minutos, dos días fumando como loco, dos días trasnochando, dos días soportando gente que en la vida había visto y que para resumir: eran una verdadera lata. Dos días de ver gente que hace mucho tiempo no veía, dos días para decirme: “ve, éste como está de viejo” “Está como era de bonita y buena y ahora tiene cuerpo de pera y parece totalmente derrotada ante la vida, y eso que es menor que yo” “Ve, que soñara más atractiva ¿quién es?” “Mierda ¿por qué me encartaron con el esposo de alguna vieja de la otra familia que no es la mía, el esposo hablador que da consejos a diestra y siniestra sin que nadie se los pida?” “¡Sálvenme de éste señor, por favor! ¡No quiero sus malditos consejos!”. Dos días escuchando rezar a mis tías, dos días con toda mi familia Vélez afligida, dos días con toda la familia Moncada afligida, dos días con mis primas Elizabeth y Eliana tristes, llorando, riendo de los nervios, comiéndose las uñas, con miedo, esperando un milagro: “Si mi mamá sigue así, de pronto se puede parar de esa cama y decirnos Hola”. Dos días escuchando hablar sobre la muerte.

4. Martes en la madrugada recibo la llamada: “Se murió Dolly, no resistió la operación”.

Martes en la tarde llego al hospital donde está Dolly Moncada hospitalizada y me dicen: “Tiene muerte cerebral, pero sus signos vitales están bien, están mejores que los de todos nosotros. Estamos esperando que se muera del todo.”. Minutos después llamo a mi trabajo de la Universidad Nacional y pido permiso para quedarme en el hospital. Mi jefe Hernán Restrepo es bien, me dice: “Tranquilo, ya le busco reemplazo”. Gracias Hernán, que buen jefe que sos.

Martes en la noche, a las siete y cuarenta y tres Dolly murió del todo. A las siete y cincuenta abrazo a Elizabeth que llora desconsolada. A las siete y cincuenta y cinco abrazo a Eliana que se resiste a llorar. A la una y media de la mañana, ya miércoles, todos nos vamos para Amagá siguiendo al coche fúnebre, el que lleva lo que fue de Dolly, el coche que pilotea alguien que se cree Michael Schumacher u Automan; ese maldito coche nos dejó botados a todos, sólo nos esperó a la entrada de Amagá.

3. Una vez, en los grados de medicina de la Universidad de Antioquia de mi prima Elizabeth, Dolly me dijo “Byron, usted que es tan amigo de Eliana aconséjemela que se vaya por el buen camino, que deje de beber, que deje de ser tan loquita”. No le dije nada, sólo asentí con la cabeza ¿qué le podía decir, qué soy más borracho que Eliana, qué no sé qué es un buen camino?. Ahora quiero decirle esto: Eliana es la que me tiene que aconsejar, ella sabe lo que quiere, ella sabe pelear, ella es verraca pa´las que sea, ella no es cobarde como yo, ella te quiere Dolly, tanto pero tanto que da la vida por vos, Eliana dejó de beber hace rato, Eliana ahora se acuesta a las ocho de la noche, Eliana hizo lo que pudo para que en tu enfermedad no te fuera mal, no lloró cuando te moriste, pero sí lloró en silencio cuando creyó que nadie la veía, luego me abrazó llorando admitiéndolo.

2. Si Elizabeth, Eliana, Dolly eran uña, mugre y cortaúñas obvio que les hacía falta el esmalte: Ramón Vélez, mi tío.

Dolly conoció a mi tío Ramón borracho, se casó con él borracho y duró casada con él treinta y seis años él borracho. Eso es amor. Dolly no bebía, no fumaba, no trasnochaba y se murió primero, se murió diciéndole a sus hijas: No me dejen solo a Ramón, yo veo por sus ojos. Mis primas igual lo quieren bastante, sobre todo Elizabeth que es parecida a su mamá: Bonita, bonita, no quiebra un huevo, un almita de Dios, buena persona como ella sola. Eliana es como yo sólo qué buena persona.

1. En el cementerio de Amagá, en la tumba 179 enterraron a Dolly. Nunca vi un entierro con tanta gente, eran miles – conté, de lo que podía contar mirando por el espejo retrovisor de mi carro, setenta carros – buses- llenos de gente, parecía que estuviéramos enterrando a una estrella de Rock o algo así. Mi mamá dice que asistieron más personas al entierro de mi papá y yo le digo ¿En serio?

- “Mi esposa se mudó al apartamento 179. Me dejó solo porque mis dos hijas dicen que se quedan viviendo en Medellín, ya no tengo donde llegar cuando llegue a media noche borracho.” Ramón Vélez.

*perdonaran la mala ortografía y la sintaxis pero no he cerrado el ojo hace dos días.

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